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La rumiación mental, fenómeno común en el que los pensamientos se repiten sin control, tiene una explicación científica compleja según un artículo en Nature Reviews Neuroscience. Se produce una desconexión entre el sistema ejecutivo y las áreas emocionales del cerebro, dificultando detener el proceso. El neurólogo Dr. Álvaro Romero explica que la rumiación activa circuitos cerebrales que pueden quedar atrapados en un bucle, generando un efecto acumulativo. La Red Neuronal por Defecto (DMN) opera intensamente en este proceso. Afecta la salud, pero la neuroplasticidad permite modificar estos patrones con terapias como la ACT y prácticas como el mindfulness.
¿Te ha pasado que un pensamiento se repite y repite en tu cabeza, como si no hubiera forma de apagarlo? Ese fenómeno psicológico, conocido como rumiación mental, no solo es común, sino que también tiene una explicación científica más compleja de lo que parece.
Un reciente artículo publicado en Nature Reviews Neuroscience reveló que cuando una persona entra en este patrón de pensamientos circulares se produce una desconexión entre el sistema ejecutivo del cerebro, encargado de la toma de decisiones, y las áreas emocionales. Esta ruptura explica por qué no basta con “poner voluntad” para detener el proceso.
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Rumiación mental: cuando el cerebro entra en bucle
Según el neurólogo de Clínica INDISA, Dr. Álvaro Romero, la rumiación activa ciertos circuitos cerebrales que pueden quedar atrapados fácilmente.
"Cuando una persona comienza a 'darse vueltas' mentalmente sobre un problema está activando circuitos cerebrales específicos que pueden quedar atrapados en un bucle de retroalimentación", señala. "No es simplemente falta de voluntad; hay estructuras cerebrales concretas que participan en este proceso", precisa.
El especialista explica que este fenómeno genera un efecto acumulativo en el cerebro.
"El cerebro literalmente queda 'enganchado', creando caminos neuronales cada vez más profundos que hacen que estos patrones de pensamiento sean más automáticos con el tiempo", puntualiza. "Es como cuando un río forma un cauce por el que siempre fluye el agua", añade.
La ciencia también ha identificado un sistema central en este proceso: la Red Neuronal por Defecto (Default Mode Network o DMN). Descubierta en 1997, esta red opera con mayor intensidad cuando la mente no está enfocada en una tarea puntual.
"La DMN es como el 'piloto automático' del cerebro", comenta el Dr. Romero. "Cuando está sobreactivada facilita que nos quedemos atrapados en pensamientos repetitivos sobre nosotros mismos, nuestro pasado o futuro, sin llegar a conclusiones útiles", agrega.
Un hábito mental que afecta la salud
Aunque muchos lo asumen como algo pasajero, la rumiación crónica tiene efectos concretos en el bienestar. Diversas investigaciones la asocian con:
- Más riesgo de depresión y ansiedad
- Problemas de sueño
- Menor capacidad para resolver problemas
- Deterioro de la memoria de trabajo
- Debilitamiento del sistema inmune
A pesar de esto, la neurociencia también ofrece buenas noticias: gracias a la neuroplasticidad, el cerebro puede modificar estos patrones de rumiación mental con la intervención adecuada.
La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) ha mostrado resultados prometedores.
"La ACT nos enseña a relacionarnos en forma diferente con nuestros pensamientos", explica el Dr. Romero. "No se trata de eliminarlos, sino de observarlos sin fusionarnos con ellos, reconociéndolos como eventos mentales transitorios, no como verdades absolutas", indica.
Sumado a ello, prácticas como el mindfulness ayudan a disminuir la actividad de la Red Neuronal por Defecto y fortalecen zonas cerebrales vinculadas a la atención.


