Dormir en la misma cama con un bebé es una práctica muy común entre los padres, sin embargo, un reciente estudio podría hacer dudar a algunos, pues podría volverse potencialmente ‘peligroso’.

La investigación, publicada en la revista científica Journal of Affective Disorders, observó a 3,583 niños de Brasil, para determinar en qué aspectos el compartir una cama con sus madres podría afectarles.

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Los investigadores dividieron a los niños en cuatro grupos: quienes no comparte la cama con sus madres (un 44,4% de los participantes); los que solo lo hicieron a muy corta edad (un 36,2%); quienes lo hicieron estando más crecidos (12%); y los que perpetuaron la práctica (solo un 7,4% de los estudiados).

En este contexto, los expertos evaluaron a los niños en varios intervalos, desde que tenían 3 meses de edad hasta los 6 años, y cuando tenían 6 años. Luego los pequeños tomaron una prueba de desarrollo y bienestar, efectuada por psiquiatras infantiles, quienes analizaron los resultados para ver si los niños habían desarrollado trastornos ‘internos’ como ansiedad o depresión; o algunos ‘externos’ como trastorno negativista desafiante, problemas conductuales, o cualquier tipo de trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

En su conjunto, quienes compartían una cama de manera persistente en el tiempo, mostraron una mayor tasa de problemas de salud mental en comparación a quienes no lo hicieron.

En conclusión, señalan que “compartir la cama constantemente y desde una temprana edad está asociada a una mayor incidencia de problemas de comportamiento internos a la edad de 6 años“.

Por supuesto, el estudio tiene sus inconvenientes. La muestra es demasiado pequeña y el estudio dio a conocer algunas de sus limitaciones, como saber, en primer lugar, por qué la madre comparte la cama con su bebé. “Algunas madres eligen libremente compartir su cama, mientras otras tienen la necesidad de hacerlo por un tema de hacinamiento, por ejemplo”, escribió uno de los investigadores. También esta la variable de que si la familia se encontraba en situación de pobreza, pues eso también podría conllevar a trastornos de ansiedad o depresión y el hecho de compartir una cama no provocaría necesariamente problemas en la salud mental y emocional de un niño.

En tanto, la Academia Americana de Pediatras, recomienda que los padres compartan una habitación con sus bebés hasta que tengan al menos unos seis meses, aunque idealmente se espera hasta que cumplan un año, para evitar el riesgo de muerte súbita de los lactantes. Aún así, la recomendación señala específicamente no compartir la misma cama con un infante.

Por último, Rachel Moon, autora de un reciente estudio sobre muerte súbita, advierte: “Los padres nunca deben ubicar a un bebé en un sofá o una silla acolchada para dormir, ya sea solo o acompañado. Se sabe que tales superficies son extremadamente peligrosas“.