El 23 de marzo se dio a conocer el triste fallecimiento de Trinidad, una niña de 11 años que no pudo sobrevivir al PIMS, un síndrome inflamatorio que afecta a los pacientes pediátricos que han tenido coronavirus.

Sin embargo, su caso -que ocurrió en Concepción- no es el único, ya que hasta ahora se reportan al menos tres muertes relacionadas al mismo diagnóstico en nuestro país, lo que tiene en alerta a muchos padres, ya que si antes se decía que los niños no corrían riesgos tan grandes por contagio de COVID, ahora el mayor miedo es que sus hijos o hijas presenten esta infección posterior.

Así ocurrió con Emilia Cifuentes, una pequeña de solo dos años que en noviembre de 2020 presentó la sintomatología, con vómitos, temperatura muy alta que no bajaba con los medicamentos, e incluso delirios causados por la fiebre.

Su caso fue dado a conocer por su madre, Mery Sepúlveda, quien conversó con el matinal Mucho Gusto, de Mega, y reveló el tratamiento que finalmente le salvó la vida a su hija: la plasmaféresis.

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El caso Emilia

El doctor Pablo Cruces, médico residente de la Unidad de Paciente Crítico Pediátrico en el Hospital El Carmen, conversó con Página 7 y nos contó detalles de lo que pasó con Emilia Cifuentes cuando fue ingresada al recinto de salud ubicado en Maipú.

Según su relato, lo más importante en este caso fue el antecedente de contacto previo con un familiar que tenía coronavirus. Semanas después de eso, la pequeña paciente presentó fiebre sobre los 40° por más de cinco días.

“Es frecuente que no haya síntomas respiratorios, porque la manifestación es diferente a la que tendría un adulto mayor de 70 años. Además, muy frecuentemente el PCR sale negativo, porque esto no es COVID, sino una reacción tardía que ocurre con este virus“, explicó el médico, que además es profesor de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad Andrés Bello.

El tratamiento estándar para el Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico es el uso de inmunoglobulina humana, un fármaco al que se recurre habitualmente en otros casos, como niños con inmunodeficiencia, o la enfermedad de Kawasaki, que es muy parecida al PIMS. Se ocupan también corticoides, como la metilprednisolona.

Hospital El Carmen
Agencia UNO

“La mayoría de los pacientes responden a eso, pero en el caso de Emilia, ella no reaccionó al tratamiento máximo, y comenzó a presentar un mayor compromiso de sus órganos, con un estado de inflamación que iba empeorando con el paso de los días”, comentó el doctor.

Aquello creó un vacío. La paciente no respondía positivamente, y en paralelo la mantenían conectada a respiración mecánica y con medicamentos para apoyar su corazón por la falla múltiple que se había desencadenado.

“En ese contexto nos preguntamos cómo seguir. Cuando la terapia fracasa, una de las alternativas es un medicamento llamado tocilizumab, un antagonista de una citoquina. Se habla de una reacción inflamatoria descontrolada, y este medicamento actúa como inhibidor”, explicó Pablo Cruces.

Sin embargo, al medir los niveles de citoquinas en el organismo de Emilia, no estaban altas, así que era poco probable que respondiera a esta medicación.

Terapia de rescate

El médico especialista recuerda que, en ese momento, el equipo hizo lo que dictaba el sentido común.

“Cuando se usan terapias biológicas, se corre el riesgo de frenar la inflamación, pero dejar al paciente inmunodeprimido, totalmente anti inflamado, y puede fallecer por infecciones oportunistas (considerando que son pacientes UCI). Esto se conoce como inmunoparálisis del paciente crítico”, explicó el doctor.

Por eso, lo que se les ocurrió en el Hospital El Carmen fue llevar a cabo una terapia inmunomoduladora, que es capaz de eliminar el exceso de inflamación, pero también el exceso de anti inflamación, generando un equilibrio llamado homeostasis.

“La gracia de la plasmaféresis es que logra hacer eso. Es una terapia que, a través de un catéter de gran calibre, extrae la sangre del paciente. La máquina separa los elementos celulares, los glóbulos rojos y blancos, del plasma. Y el plasma del paciente es removido por la máquina y reemplazado por plasma de donantes“, apuntó.

Plasma
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“Ese plasma está lleno de mediadores inflamatorios y antiinflamatorios, entonces cada sesión de plasmaféresis remueve entre la totalidad o 1,5 veces la cantidad de plasma que tiene el paciente. Es un gran volumen, y ese ciclo se repite diariamente por al menos 3 días para evaluar respuesta“, comentó el especialista.

Con Emilia, en efecto, la fiebre cedió rápidamente, y los marcadores de inflamación que ella tenía alterados se fueron normalizando día tras día. Los exámenes mostraron claramente que sus órganos comenzaron a recuperarse, así que pudieron retirar la ventilación mecánica y los medicamentos de apoyo.

“Se trata de una terapia extracorpórea. Hay retiro de plasma a través de un circuito externo al paciente, porque solo se puede hacer en una unidad de cuidados intensivos, con un monitoreo avanzado como el que se hizo con ella. Son terapias de rescate“, advirtió también Cruces, quien destacó el inmenso apoyo que tuvieron para llevar a cabo esta idea, sobre todo de los bancos de sangre, que viven una situación crítica por la pandemia.

“Los tecnólogos trabajaron codo a codo con nosotros, y tuvimos mucha ayuda del equipo de nefrología, como el doctor Omar Atenas, que siendo nefrólogo de adultos, igualmente participó en la programación de la terapia”, recordó también.

Por último, el doctor Pablo Cruces aseguró que el hecho de que hubiera una planificación multidisciplinaria influyó en que el resultado fuera tan bueno en el caso de Emilia Cifuentes, la paciente de dos años que el año pasado logró sobrevivir al PIMS.