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Contexto | Pixabay
Un hombre en Chile fue hospitalizado tras una mordedura de su gato, que derivó en una infección por la bacteria Bartonella henselae. Su dedo índice se inflamó rápidamente, requiriendo siete días de tratamiento y procedimientos médicos para evitar una amputación. La enfermedad del arañazo de gato, transmitida por rasguños o mordeduras, puede ser grave y provocar fiebre, inflamación de ganglios y lesiones en la piel. A pesar de la cicatriz que le quedó, el hombre se recupera en casa, destacando la importancia de tratar a tiempo incluso las heridas menores de felinos.
Desarrollado por Bío Bío ComunicacionesUna historia ocurrida en Chile demostró lo riesgoso que puede resultar una mordedura aparentemente inofensiva de un gato.
Cristián, de 46 años, debió ser hospitalizado tras ser atacado por su felino llamado “Tommy”, en un episodio que estuvo cerca de costarle un dedo.
Todo ocurrió cuando la mascota, que convive con un perro en la casa familiar, reaccionó asustado y mordió el dedo índice de la mano derecha de su dueño.
En primera instancia, Cristián y su esposa, Jazmín Rodríguez, no le dieron mayor importancia a la lesión e incluso se preocuparon más por el animal, quien perdió algunas uñas durante el ataque.
Sin embargo, al día siguiente el panorama cambió drásticamente: el dedo estaba inflamado y con evidentes signos de infección, por lo que acudieron de urgencia a un centro médico en Santiago.
“El médico sugirió que quedara hospitalizado con medicamentos a la vena, que son antibióticos”, relató Jazmín a T13.
Los exámenes médicos confirmaron que Cristián había contraído la bacteria Bartonella henselae, causante de la llamada 'enfermedad del arañazo de gato'.
Esto lo obligó a mantenerlo siete días internado, bajo tratamiento de un infectólogo y con procedimientos para limpiar la herida y regenerar el tejido dañado.
“Le hicieron una limpieza en donde sacaron todo lo malo, como un raspado, y le pusieron una malla que regenera el tejido, al dedo”, explicó su esposa.
Según advirtió el equipo médico, si el paciente hubiera esperado un día más, la infección podría haber avanzado a la mano y terminado en una amputación.
Hoy Cristián se recupera en casa, continúa con antibióticos y solo le quedó una cicatriz como recuerdo de lo sucedido.
Su experiencia se suma a otros casos internacionales, como el de Kara Marie, una mujer estadounidense de 35 años, a quien intervinieron tras un arañazo de su gato que derivó en una peligrosa infección.
Según la Cleveland Clinic, esta enfermedad poco común puede transmitirse por un rasguño o mordedura de gato, aun cuando la mascota tenga sus vacunas al día, ya que la bacteria suele estar presente en el hocico del animal.
Los síntomas incluyen fiebre, inflamación de ganglios y lesiones en la piel.
En el caso de Cristián, no presentó mayores complicaciones, pero su historia sirve como advertencia: incluso una mordida menor de un gato puede transformarse en un problema de salud de alto riesgo si no se trata a tiempo.