El año pasado Andy Whelan, un padre de 31 años, conmovió a miles de personas al compartir una imagen de su hija de cuatro años, la cual había sido diagnosticada con un cáncer fulminante.

Whelan compartió una foto de su hija Jessica, en su página de Facebook, titulada: “Jessica Whelan, una pelea contra el neuroblastoma”, y que fue compartida miles de veces. En ella aparecía Jess sufriendo minutos antes de someterse a una nueva sesión de quimioterapia. El desconsolado padre señaló en esa ocasión que esa ha sido lejos la foto más dura que ha tomado, y explicó que Jess recibió un diagnóstico lapidario luego de batallar contra el cáncer por cerca de un año. Ella murió tres semanas después de esa sesión. (Ver nota).

A casi un año de aquella publicación, Andy, oriundo de Lancashire, Inglaterra, vuelve a llamar la atención de las redes sociales, al relatar las terribles primeras horas que vivió luego de la partida de su pequeña.

Whelan señaló al medio inglés Daily Mail que tanto él como su esposa, Nicky Prendergrast de 29 años, decidió que Jessica permaneciera en casa y en su cama, las siguientes 24 horas de su deceso. Esto le permitió abrazarla y leerle su cuento favorito.

Teníamos familia que quería venir a casa y decirle adiós en la comodidad de su hogar y de sus cercanos, no en un funeral o en un ataúd“, agregó.

Horas más tarde, el cuerpo de Jess fue llevado al Hospital Universitario de Mánchester para realizarle una autopsia y ver si podían donar su tejido para investigaciones relativas al cáncer.

Recordemos que en su publicación del año pasado, Andy aseguró que “se necesitan más investigaciones, se necesita que se encuentre una cura, se ha permitido que pase esto demasiado tiempo. Por favor, se los ruego, como un padre con el corazón roto, es demasiado tarde para mi hija pero el cáncer infantil necesita una cura. Ninguna familia debería tener que pasar por este infierno“.

Estos diez meses desde la partida de Jessica, Andy no lo ha pasado nada bien. En enero su hija cumplía 5 años y se le hizo muy difícil soportar ese momento. Asimismo, en junio pasado no pudo celebrar su propio cumpleaños. Ni siquiera puede mirar por mucho tiempo las fotos de su pequeña.

No obstante, cuando recuerda a su hija sufriendo, se convence de que la decisión que tomó con su esposa, de terminar el tratamiento, fue la correcta. “Es difícil explicarlo pero cuando falleció sentimos casi un alivio, ya que ella había pasado por mucho, especialmente en las últimas dos semanas. El día en que murió, casi estábamos rezando, suplicando porque se durmiera y no despertara“, sentenció.