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A sus 89 años, Jaime Vadell Almirón, reconocido actor chileno, enfrenta las limitaciones que trae consigo la edad, como la negación de su licencia de conducir, lo cual ha impactado su independencia personal. Tras el reciente fallecimiento de su esposa, Susana Bomchil, Vadell vive por primera vez solo, recordando con nostalgia las conversaciones que compartían. A pesar de las dificultades, mantiene su humor intacto y sigue adelante con su carrera artística, siendo testigo de los cambios en el arte escénico nacional y en su vida cotidiana.
Desarrollado por Bío Bío ComunicacionesA sus 89 años, Jaime Vadell Almirón es un nombre insigne del teatro, el cine y la televisión chilena.
Con una trayectoria que se extiende por décadas, ha sido testigo de la transformación del arte escénico nacional, y también, inevitablemente, de los cambios que impone el paso del tiempo en la vida cotidiana.
Aunque el respeto del público y la crítica permanece intacto, Vadell reconoce que la edad ha traído consigo ciertas limitaciones.
Cosas cotidianas como que le negaran su licencia de conducir, marcó un antes y un después en su independencia personal. “Fui a hacer el trámite y me mandaron al carajo”, comentó en entrevista con La Cuarta.
“Me caga, porque me limita mucho. Camino por aquí, voy por acá, vengo aquí y voy al Jumbo; pero lo otro lo tengo que hacer en Uber”, explicó con franqueza, revelando cómo una simple acción, como manejar solo, se vuelve una barrera que duele y remueve.
“Esas son cosas que te remecen y hacen que la sociedad te señale. ‘Usted ya no es este, es este’. Te cagan. Sentía que estaba en condiciones de manejar”.
En ese mismo tono, relató una reciente experiencia que terminó de convencerlo de que ya no puede conducir de noche. “Salí hace poco y no vi nada. Me di cuenta definitivamente que no puedo manejar de noche, porque no calculo bien las distancias. Salí solo para ir a comprar”.
A lo anterior se suma una pérdida aún más profunda: el fallecimiento de su esposa, Susana Bomchil, el pasado 9 de mayo.
Por primera vez en su vida, el actor vive completamente solo. Durante los últimos años, la salud de su compañera de vida se deterioró considerablemente, lo que requirió asistencia permanente de enfermeras en su hogar. “Era una casa sin privacidad”, explicó Vadell.
"Ahora he recuperado esa privacidad… pero porque quedé solo”.
Con nostalgia, aseguró que no echa de menos esa “desprivacidad”, sino la presencia de su mujer.
El deterioro fue tan marcado, que hacia el final, la comunicación entre ambos era casi nula. “Ella podía tener ciertas cosas, como: ‘¿Tienes frío?’, y respondía ‘no’ o ‘sí’. Cosas muy puntuales. Pero cuando trataba de elaborar alguna (frase), no podía”.
Pese al dolor, Vadell mantiene viva la memoria de su compañera. La recuerda como su gran interlocutora, con quien compartía largas conversaciones al calor de un buen trago.
“Fue mi gran compañera de conversación, con una copa de vino, de Bloody Mary, de Martini seco, o de un pisco o whisky sour”, cerró entre risas, con un humor que sigue intacto a pesar del peso de los años.

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