Cada vez que se desarrolla una elección en Chile —y con mayor fuerza cuando se trata de una segunda vuelta presidencial— vuelve a instalarse una duda recurrente entre los votantes: ¿qué ocurre realmente con los votos nulos y blancos?
La pregunta no es nueva, pero suele reaparecer con fuerza, especialmente en redes sociales, donde circulan afirmaciones erróneas que generan confusión respecto a su impacto en los resultados finales.
En ese contexto, resulta clave aclarar cómo funciona el sistema electoral chileno y qué establece la ley sobre este tipo de sufragios.
Votos nulos y votos blancos
Según la normativa vigente sobre votaciones populares, existe una diferencia clara entre voto blanco y voto nulo, conceptos que muchas veces se confunden.
Por un lado, el voto blanco corresponde a aquella cédula en la que el elector no marca ninguna preferencia. Es decir, se deposita el voto en la urna sin señalar a ningún candidato.
En cambio, el voto nulo es aquel que presenta más de una marca, consignas escritas, dibujos u otros elementos que invalidan la intención de voto.
La ley es explícita al respecto. Tal como establece la normativa electoral: “Serán nulas y no se escrutarán las cédulas en que aparezca marcada más de una preferencia, contengan o no en forma adicional leyendas, otras marcas o señas gráficas”.
De esta manera, cualquier voto que no permita identificar una preferencia clara queda automáticamente anulado.
Además, se establece que “la mesa dejará constancia al dorso de ellas del hecho de su anulación y de la circunstancia de haberse reclamado por vocales o apoderados de esta decisión”.
Esto garantiza un registro formal del proceso y permite eventuales revisiones.
Los votos nulos no se suman a ningún candidato
En la práctica, todo esto se traduce en un punto clave: los votos nulos no se suman a ningún candidato ni influyen en el resultado final de la elección.
Su función es exclusivamente estadística, ya que permiten conocer cuántas personas participaron del proceso, pero optaron por emitir un voto inválido.
Por lo mismo, pese a lo que se difunde en redes sociales, un voto nulo no beneficia ni perjudica directamente a ninguno de los postulantes, ni se redistribuye hacia quien obtenga la mayoría.
Se contabiliza, se registra y queda fuera del cálculo que define al ganador.
Así, en jornadas clave como una segunda vuelta presidencial, entender este mecanismo resulta fundamental para despejar mitos y ejercer el derecho a voto con información clara y verificada.




