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El crimen de Francisco Albornoz conmociona al país: asesinado tras una cita por aplicación, su cuerpo fue encontrado en una quebrada tras diez días de desaparición. Dos detenidos, un médico ecuatoriano y un chef chileno, confesaron el crimen. Sus amigos, consternados, aún no logran ingresar a su habitación y recuerdan a Francisco como un joven trabajador y carismático. El grupo unido de amigos en Santa Ana busca justicia y reflexiona sobre la vulnerabilidad en el uso de aplicaciones de citas, mientras enfrentan el dolor y el proceso judicial.
El brutal crimen de Francisco Albornoz sigue dejando una profunda herida en quienes más lo querían.
A días del hallazgo de su cuerpo, sus amigos aún no logran procesar la tragedia y confesó que no son capaces de ingresar a su habitación.
"No hemos querido desocupar sus cosas", dijo conmovido Leonardo Rivera, vocero del círculo más cercano del joven técnico farmacéutico de 21 años, asesinado tras concretar una cita por una aplicación.
La historia ha remecido al país. Francisco estuvo desaparecido por más de diez días hasta que, gracias a la confesión de Christian González, un médico ecuatoriano, encontraron su cuerpo en la quebrada del Mirador Lo Moscoso, comuna de Placilla, cerca del río Tinguiririca.
Por el caso, González y José Miguel Baeza, un chef chileno, se encuentran detenidos.
En conversación con 13cl, Rivera recordó a su amigo como "un chico trabajador, súper prendido, muy gracioso y carismático", y explicó que ha tenido que asumir una especie de rol organizativo para enfrentar este difícil proceso. Desde gestiones judiciales hasta el apoyo emocional entre el grupo.
“Yo soy el más preocupado por la salud mental de todo el entorno, porque no estamos bien, lógicamente”, admitió.
El dolor sigue vivo: “Todavía nos queda como amigos, porque no hemos querido ingresar a su habitación para desocupar sus cosas y todo eso, así que, no sé, ha sido terrible”, reconoció.
La cercanía de Francisco Albornoz con sus amigos
Francisco vivía con Gonzalo Ortiz, otro de sus amigos, y se había independizado hace solo seis meses. Conformaban un grupo muy unido, todos del sector Santa Ana.
“Nos juntábamos siempre, compartíamos todo, conversábamos, salíamos a bailar”, recuerdó Leo.
“El celular que tenía el día de su homicidio se lo vendí yo. Le entregué el iPhone en cuotas porque era su sueño. A través de él me compartía su ubicación en tiempo real”.
En medio del dolor, Rivera también reflexionó sobre el uso de aplicaciones de citas: “Cada cual puede tomar la decisión que quiera, pero hay que pensar en la seguridad".
"Tener un contacto de emergencia, un círculo cercano. Francisco lo tenía, pero lamentablemente no sabíamos que se iba a enfrentar a una situación como la que vivió”, agregó.
Por ahora, sus amigos siguen buscando justicia.





