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Erica Hagan
A más de 11 años del brutal asesinato de Erica Hagan, su madre, Regina O’Neal, volvió a alzar la voz y esta vez apuntó directamente contra el Estado de Chile, al que acusa de no haberle dado el apoyo necesario en la búsqueda de justicia por su hija.
La joven ciudadana estadounidense fue asesinada el 5 de septiembre de 2014 al interior del departamento que ambas ocupaban en el Colegio Bautista de Temuco.
El caso remeció a la región y al país, transformándose en uno de los crímenes más violentos registrados en la zona, y por esa misma connotación el Gobierno actúa como querellante en la causa, informó BioBioChile.
Sin embargo, desde la vereda de la madre el balance es muy distinto. Consultada por La Radio, a través de su equipo de asesores, Regina O’Neal fue categórica al cuestionar el rol del Estado chileno: “a pesar de velar por la seguridad de los ciudadanos chilenos, el Estado de Chile ha demostrado su desinterés en el asesinato de mi hija Erica, ya que, desde el principio, nunca me han ayudado como víctima. El Gobierno de Chile no me ayudó a solicitar la reapertura, lo que significa que no apoya mi búsqueda de justicia”.
Desde el entorno de la familia reclaman, además, la ausencia de autoridades en momentos clave. BioBioChile intentó obtener una respuesta del seremi de Seguridad en La Araucanía, Israel Campusano, pero aquello no fue posible.
Quien sí se refirió al caso fue el abogado Javier Jara Müller, que representó en su momento a Domingo Cofré –absuelto de las acusaciones–, y que no dudó en hablar de una falta de servicio estatal. El profesional recalcó que “el Estado de Chile tiene responsabilidad, pero también el Estado norteamericano en que no se ha visto mucho interés en apoyar la investigación de una ciudadana de su país“.
En paralelo, y a petición de los abogados de la madre de Erica Hagan, la causa se trasladó desde La Araucanía a la Fiscalía Regional de O’Higgins, donde ya se decretaron nuevas diligencias con el objetivo de intentar esclarecer el crimen ocurrido hace más de una década.
Hoy, la historia sigue siendo la de una madre que se niega a que el asesinato de su hija quede en la impunidad. Su convicción es clara y dolorosa: un asesino aún camina por las calles de Temuco.