Un trabajo de hormiga es el que ha realizado hasta el momento Nicole Ángel en El Discípulo del Chef: silenciosa y bastante productiva. Incluso se proyecta para llegar a instancias decisivas.

“Me encantaría llegar a la final”, plantea la cocinera a Página 7, indicando que “tengo posibilidades gastronómicamente hablando. Me tengo fe”.

Y es que no esconde su satisfacción por la labor que ha realizado en el espacio de CHV: “Estoy muy contenta con mi desempeño. He intentado mostrar lo que más me apasiona, que es la pastelería. Quise ser fiel a lo que me dedico y amo”, asegura en conversación con nuestro medio.

Eso sí, no esconde que esta experiencia -la segunda en el programa, tras haber llegado a la final en el primer ciclo-, le ha significado una dificultad adicional, por un especial motivo.

“Lo que más me ha costado es estar al lado de muchos personajes, gente muy conocida, que había visto en la tele. Me ha costado estar dentro de mucha gente que tiene un gran manejo televisivo. Me siento como poroto en paila marina“, confiesa, aunque igualmente se las ha ingeniado para seguir firme en el programa.

 

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Lo anterior, ya que espera aprovechar la vitrina de El Discípulo del Chef para seguir posicionando su pastelería Qiya Dulcería.

“Quiero permanecer lo que más pueda en pantalla y mostrar lo que más pueda mi trabajo. Eso para mí ya es un regalo del universo; es visibilidad y confianza para lo que hago y me podría traer nuevos futuros clientes. Ese es mi objetivo, el programa lo veo como una ayuda para que a mi emprendimiento le vaya la raja“, sostiene.

Dejar a Ennio Carota y llegar donde Sergi Arola

Durante los últimos capítulos del programa, vimos que Sergi Arola se impuso en una competencia, lo que le dio la posibilidad de hacer un trueque entre un integrante de su equipo, por el de otro.

Su escogida para arribar a su grupo fue precisamente Nicole, con quien ya había trabajado en la primera temporada, llegando a la gran final. ¿Cómo vivió ella este movimiento del español?

 

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“Trabajar con Ennio fue la raja. Él y Sergi son dos mundos totalmente distintos. Ennio es muy libre, te dice ‘te doy esta guía, pero hazlo tú’. Es más moldeable, transa mucho más y acepta mucho más las ideas. Eso me gustó de él, su libertad al momento de enseñar”, asevera Nicole.

Respecto a la decisión de Sergi, ella comenta que “fue un honor, es la raja cocinar junto a él. Es muy distinto, él es muy estricto, cuadrado, de ideas fijas, nadie lo mueve de ahí. Tiene una mentalidad que me gusta, porque es competitivo, le gusta siempre ganar y eso es valorable para mí. Es un honor estar en su equipo”, se sincera.

¿Tiene candidatos para ganar el programa? Ella dice que sí, incluyéndose entre sus opciones. “Me tengo fe”, insiste, para luego dar los nombres de Miel Blanca y Carolina Erazo.

“Todos son buenos, pero sobresaliente es Carolina Erazo. Ella tiene muchas posibilidades, siempre lo he creído. Y la Miel es una muy buena cocinera, además que la quiero mucho”, afirma.

Nicole y su opinión sobre el premio de El Discípulo del Chef

Respecto al premio de El Discípulo del Chef, que consiste en administrar un restorán de Monticello, Nicole cree que sería “hermoso” que quedara en manos de alguien “que ame la cocina y que se dedique 100% a ello, que vibre con eso”.

Por último, revela cuáles son sus planes, una vez que salga del programa. “Administrar Monticello”, bromea, pero luego responde que su idea es enfocarse en su emprendimiento Qiya Dulcería, para seguir expandiéndose.

“Es a lo que nos dedicamos mi pareja y yo. Somos dueños, cocineros, repartidores, administradores… hacemos todo. La idea es seguir dándole a full con eso, poder obtener más publicidad y seguir siempre ligada a la gastronomía”, sentencia.

 

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