Más conocida como “Lita Achondo”, Gabriela Hernández (75) concedió una entrevista a la revista Nueva Mujer, donde reveló detalles de sus inicios en las teleseries, habló de su paso por Pituca Sin Lucas y contó lo que realmente la hace feliz.
Durante muchos años, esta actriz se radicó en México y España, países en lo que se dedicó a su pasión: el teatro. A Chile volvió en 1988, año en el que inició su carrera en las teleseries nacionales con Bellas y audaces.
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“Cuando llegué se me escapaba el acento español y había escenas en las que me soltaba y empezaba a decir: ‘Pero tío! ¡¿Qué hace!?’. Ricardo Vicuña, el director, me tenía que recordar que estaba en Chile y no en Madrid”, recuerda Hernández.
Pero esos no son los únicos recuerdos que se le vienen a la cabeza, pues además señala que nació “un poco desbandada”, pero siempre con un lado que está tranquilo, pues viene de una familia muy tradicional.

Se define como una “loquilla”, pues según indica no le gustan los convencionalismos. “No tengo religión, y por ejemplo la Navidad, como evento consumista, me carga. Los tacos, la gente, esa locura, no la soporto. Tampoco me gusta la maternidad obligatoria. El “deber ser” no va conmigo. Si te gusta algo, perfecto, pero no me parece que todos deban seguir un orden establecido, ¿por quién? ¡No nos obliguen a ir a todos por la misma ruta, porque hay miles!”, expresa.
Pero sin duda, lo más zafado que ha hecho es pasar 3 meses en el desierto de El Sahara y estar deambulando alrededor de 1 año por esa zona, pasando de Marruecos a Egipto en la década de los 70’s.
“Fui con el que era mi marido. En esos años viajábamos y viajábamos. Nos compramos una Volkswagen Kombi y partimos a recorrer el mundo. Quizás no es algo excepcional ahora porque todos lo hacen, pero en esos años sólo los hippies y nosotros. ¡Éramos hippies! ¡Todos lo eran en esos años!”, declaró.

Por otro lado, en lo que se refiere a su personaje de Lita en la teleserie Pituca Sin Lucas, declara parecerse en algo a ella, no en la ropa, pero sí en la personalidad, añadiendo que quiso hacerla más loca de lo que los guionistas la habían hecho.
Su personaje fue uno de los más queridos por los televidentes, lo que repercutió en su día a día en diferentes ámbitos, como el ir a comprar ropa a la calle Bandera, hobby con el que ya no pudo continuar, pues le hacían preguntas íncómodas y no tan agradables respecto al porqué estaba ahí. Sin embargo no todo ha sido malo, agradece el cariño de la gente y la preocupación al entrar a una tienda y que le cedan el puesto en la fila para pagar.
Pero estos actos no la hacen sentirse menos joven. Hernández es una mujer activa y llena de actividades. Cuando no está actuando, lee mucho, ve harto cine, toca piano en su casa, visita a sus amigos o viaja. En otros tiempos dice haber realizado múltiples deportes y actividades, como bailar flamenco, practicar Tai Chi, Bikram yoga, Kundalini, entre otros.

Par conservarse tan bien sin hacer ejercicio asegura que come bastante sano, pero también ha recibido ayuda de las cirugías estéticas, poniéndose bótox en la frente y ácido hialurónico en los labios.
A pesar de todo nunca se ha encontrado guapa: “Como dicen en España, era “resultona”, tincuda, pero no bonita, y siempre fui por la cosa vital, por estar fascinada con mi carrera, que después de 50 años me sigue gustando. Eso me da energía. Si tuviera que trabajar en algo que no me gusta, estoy segura que se reflejaría en mi espíritu”, recalca.
En lo que respecta a la nueva teleserie de Mega, Pobre Gallo, Hernández adelantó que interpreta a “Rayén Huaquimil”, una mujer mapuche que es muy mamá, trabajadora y muy fortachona. Su marido es encarnado por el actor Fernando Farías, quien también fue pareja en Pituca Sin Lucas. “Él es mayor, se llevan muy bien y lo quiere mucho, pero pelean harto también”, cuenta.
Finaliza narrando con que se siente cercana a la cultura mapuche, pues estuvo viviendo un tiempo con una familia en Torobayo, Nueva Imperial, para conocer más la cultura. “Espero que nadie se enfade ni se sienta. El tema mapuche ha sido tocado en series como ‘Sitiados’, pero esto es una teleserie y está planteado de forma más liviana. Me ha pasado que en las grabaciones me han tenido que recordar que es una teleserie y no un documental, y me gustaría que la gente así lo entendiera”, concluye.



