Hotinui es el nombre del pequeño de casi tres años de edad, fruto de la relación de amor entre la modelo nacional y el pascuence Hotuiti Teao.
Pese a que no existen estudios que demuestren que después de los dos años es beneficioso o dañino para la salud de los niños, Ayala es una defensora férrea de la lactancia materna, por eso aún continúa amamantando a su retoño.
“Mi hijo tiene dos años y diez meses y parece de 5, se ve regrande (ríe). Pero, creo que no hay nada más maravilloso en mi relación con él que prolongar la lactancia hasta donde se pueda y mientras no le haga daño, lo seguiré haciendo”, acotó de acuerdo a lo apuntado por diario La Cuarta.
Para la maniquí la leche materna es el mejor alimento para mantener sano cuerpo y alma, por eso no tiene problema en seguir dándole sin importar el lugar donde se encuentre. En espacios públicos no se avergüenza ni se tapa con algún paño.
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“Si a alguien le causa problema ver a una mujer alimentar a su hijo, esa persona es la que tiene el drama, definitivamente tiene que hacerse ver. Nunca me he tapado porque no podría ver a mi hijo a los ojos y eso es esencial en el apego”, agregó.
Claro, tan importante para ella es estrechar lazos con Hotinui, que hasta duerme en el nido matrimonial. “Agrandamos la cama con Hotuiti para dormir con él porque creemos en la postura que los cachorros abandonan el nido solitos”, argumentó.
Tan inserta está en el tema, que incluso Francisca realiza seminarios para ayudar a las mamás primerizas en este tema que en ocasiones complica. “Hay muchas mujeres que se pierden esta experiencia por opción y otras no pueden hacerlo por pega. Yo tengo la oportunidad y la tomo. También me dedico a ayudar a madres primerizas con la lactancia a través de seminarios. El próximo es el 27 de octubre en el Hotel Noi y, por si las moscas, las inscripciones son en www.franciscaayala.cl”, pasó el dato la mujer del isleño más cotizado de la pantalla chica.
Finalmente y de acuerdo a información de la Organización Mundial de la Salud, la lactancia materna debería extenderse idealmente hasta el primer año de vida, aunque no hay estudios que arrojen consecuencias -físicas- dañinas en los pequeños si se extiende esta etapa, pero sí podría generar dependencia en los mismos.