Leelah Alcorn nació varón, sin embargo, desde los cuatro años que se sintió como una niña. Lamentablemente la incomprensión de sus padres y las terapias de conversión ligadas a la religión que profesaban, terminaron con Leehla quitándose la vida.
Los motivos de su decisión fueron expuestos a través de una carta publicada en su cuenta de Tumblr, texto en el que indica que sus padres la obligaron a asumir un género con el que no se sentía identificada, sólo por seguir con las enseñanzas cristianas.
Leelah tenía 17 años y optó por acabar con su vida en Ohio, ubicándose delante de un camión en plena autopista, muy cerca de su casa, según detalla el medio inglés Daily Mail.
En la carta, la joven también indica que comenzó a sentirse como niña a los cuatro años, pero que recién a los 14 comprendió el significado de ese sentir.
“Cuando tenía 14 años aprendí lo que significaba transgénero y lloré de felicidad. Después de diez años de confusión por fin comprendí quién era yo. Inmediatamente le dije a mi mamá, y ella reaccionó muy negativamente, diciéndome que sólo era una fase, que nunca iba a ser realmente una chica, y que Dios no comete errores. Que estoy equivocado“, detalla.
Desde entonces sus padres comenzaron a llevarla a terapias de conversión, no obstante, eran terapias cristianas por lo que la joven asegura que en vez de ayudarla a superar su depresión, solo agravaron el estado, ya que le decían continuamente que era una “egoísta y que estaba equivocada, que tenía que acudir a Dios para conseguir ayuda”.
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Fue así como explica que se dio cuenta que nunca podría iniciar un tratamiento de transición de género antes de los 18 años, por lo que su impotencia y tristeza se hicieron más presente. Confiesa que en su cumpleaños 16, lloró hasta quedarse dormida, ante la negativa de sus padres de iniciar este proceso. Incluso la aislaron durante meses de sus amigos y la vida social.
La emotiva carta, concluye con Leelah pidiendo que todas sus cosas sean vendidas y que ese dinero, más el que tenía ahorrado en el banco, se done a campañas y grupos de apoyo a la comunidad trans. Agregando que la única manera de que podrá descansar en paz es “si algún día las personas transgéneros puedan ser tratadas como lo que son, como humanos, con sentimientos y derechos”
A continuación te dejamos con la conmovedora carta, traducida al español:
“Si estás leyendo esto significa que me he suicidado y evidentemente no he podido borrar este post de la cola.
Por favor, no estés triste; es por mi bien. La vida que habría vivido no merecía la pena ser vivida… porque soy transgénero. Podría explicar detalladamente por qué me siento así, pero esta nota probablemente vaya a ser lo suficientemente larga de por si. En sencillas palabras: me siento una chica atrapada en el cuerpo de un chico, y me he sentido así desde que tenía cuatro años. Nunca supe que había una palabra para este sentimiento, ni que era posible que un chico se convirtiera en una chica, así que nunca se lo dije a nadie y simplemente continué haciendo las cosas típicas que hace un chico para intentar encajar.
Cuando tenía 14 años aprendí lo que significaba transgénero y lloré de felicidad. Después de diez años de confusión, por fin comprendí lo que yo era. Inmediatamente, se lo conté a mi madre, y reaccionó de forma profundamente negativa, diciéndome que era una fase, que yo no querría nunca verdaderamente convertirme en una chica, que Dios no comete errores y que yo estaba equivocada. Si estás leyendo esto y son padres, por favor, no le digan eso a sus hijos. Incluso si son cristianos o están en contra de la gente transgénero, jamás se lo digan a nadie, y menos todavía a sus niños, porque no conseguirán más que hacer que se odien a sí mismos. Eso es exactamente lo que me sucedió a mí.
Mi madre empezó a llevarme a un terapeuta, pero sólo me llevaría a uno cristiano (que tienen un gran sesgo), así que en realidad nunca tuve acceso a la terapia que realmente necesitaba para superar mi depresión. Sólo conseguí más cristianos diciéndome que era una egoísta y estaba equivocada, que tenía que acudir a Dios para conseguir ayuda.
Cuando tenía 16 años asumí que mis padres nunca me comprenderían, y que tenía que esperar como mínimo hasta los 18 para empezar cualquier tipo de tratamiento de transición de género, lo que me partió el alma por completo. Cuanto más esperas, más dificíl es la transición. Me sentí desesperanzada, que iba a seguir viéndome físicamente como un hombre disfrazado el resto de mi vida. En mi cumpleaños número 16, cuando no conseguí el consentimiento de mis padres para empezar la transición, lloré hasta dormirme.
Desarrollé una especie de actitud *que se jo…* hacia mis padres y me declaré públicamente homosexual en el colegio, pensando que tal vez si decidiera declararme como trans tendría un menor impacto. A pesar de que mis amigos reaccionaron positivamente, mis padres se enfadaron. Ellos pensaban que estaba atacando su imagen y que lo que quería era avergonzarlos. Querían que fuese el perfecto niño cristiano normal, y eso obviamente no era lo que yo quería.
Así que me sacaron del colegio público, se llevaron mi ordenador y mi teléfono y me prohibieron utilizar cualquier tipo de red social, aislándome completamente de mis amigos. Este fue probablemente el momento de mi vida en el que más deprimida estuve, y me extraña que no me suicidara. Estuve completamente sola durante cinco meses. Sin amigos, sin apoyo ni comprensión, sin amor. Sólo con el desacuerdo de mis padres y la crueldad de la soledad.
Al final del año académico, mis padres finalmente me devolvieron mi teléfono y me permitieron volver a las redes sociales. Yo estaba emocionada, por fin tenía a mis amigos de vuelta. Ellos estaban sumamente emocionados de verme y hablar conmigo, pero sólo al principio. Con el tiempo me di cuenta de que no se preocupaban lo más mínimo por mí, y me sentí todavía más sola de lo que me había sentido en un principio. A los únicos amigos que pensé que tenía, sólo les gustaba porque me veían cinco veces por semana.
Después de un verano, prácticamente, sin amigos, más el peso de tener que pensar en la universidad, ahorrar dinero para mudarme, mantener mis notas, ir a la iglesia cada semana y sentirme como una mierda porque todo el mundo allí estaba en contra de todo por lo que yo vivía, decidí que había tenido suficiente. Nunca voy a poder tener una transición existosa, ni siquiera cuando me mude. Nunca voy a ser feliz con la forma en que me veo o sueño. Nunca voy a tener suficientes amigos. Nunca voy a tener suficiente amor. Nunca voy a encontrar a un hombre que me ame. Nunca voy a ser feliz. Viva el resto de mi vida como un hombre solitario que desearía ser una mujer, o viva el resto de mi vida como una mujer solitaria que se odia a sí misma. No hay forma de ganar. No hay salida. Ya estoy lo suficientemente deprimida, no necesito que mi vida se convierta en algo peor. La gente dice que mejorará, pero eso en mi caso no es verdad. Va a peor. Cada día estoy peor.
Este es el quid (punto esencial), es por lo que siento ganas de suicidarme. Disculpa si no es una razón lo suficientemente buena para ti, pero para mí lo es. Respecto a mi voluntad, quiero que el 100% de todo lo que legalmente poseo sea vendido, y el dinero (junto con mi dinero en el banco) sea donado a movimientos por los derechos civiles de los transexuales y grupos de apoyo, no me importa un capullo a cuál. La única forma de que descanse en paz es que un día la gente transexual no sea tratada de la misma forma que yo lo he sido, sino que sean tratados como seres humanos, con sentimientos válidos, con derechos. El género debe ser enseñado en los colegios, cuanto más temprano mejor. Mi muerte debe significar algo. Mi muerte debe sumar en el número de gente transgénero que se ha suicidado este año. Quiero que alguien se moleste en mirar ese número y diga esto está jodido y lo arregle. Que arregle la sociedad. Por favor.
Adiós,
(Leelah) Josh Alcorn“