Sus manifestaciones se conocen desde la antigua Grecia, sin embargo, recién a partir de 1992 la Organización Mundial de la Salud (OMS) la reconoció como una nueva entidad clínica, a la que denominó “Síndrome fibromiálgico”.

Hablamos de la fibromialgia, un padecimiento crónico doloroso, clasificado en el grupo de patologías del sistema osteomuscular y del tejido conectivo.

Esta enfermedad significa dolor en músculos y tejido fibroso (tendones y ligamentos), siendo en la actualidad una enfermedad bastante frecuente a nivel mundial. De acuerdo al Estudio de Prevalencia de las Enfermedades Reumáticas en población adulta en España, publicado en 2016, la fibromialgia está presente en el 2,5% de la población mayor de 20 años, siendo más recurrente en mujeres que en hombres.

¿Cómo se produce?

Si bien hasta el momento sus causas son desconocidas, algunos casos se relacionan con experiencias traumáticas, registradas entre la época de la niñez y la juventud. Otras tienen antecedentes de cáncer, accidentes graves, cirugías de columna y hombros. Por otro lado, las hijas de madres diagnosticadas tienen un mayor riesgo de padecer la enfermedad.

Dentro de los síntomas que puede manifestar, el doctor Alejandro Badilla, reumatólogo de Clínica Ciudad del Mar, enumera las siguientes:

Dolor generalizado de partes blandas, acompañado de hipersensibilidad en todos los órganos de los sentidos (audición, visión, olfato).

Fatiga, especialmente en las tardes y en muchos casos puede coexistir con un síndrome de fatiga crónica.

Trastorno del sueño que se puede manifestar con insomnio, despertares frecuentes o sensación de sueño no reparador.

Problemas de memoria, trastorno digestivo funcional, dolor mandibular o dental, inestabilidad de la vejiga, cefalea, entre otros.

Al ser una enfermedad muy frecuente, agrega el especialista: “La mayoría de los casos los atienden médicos generales e internistas que pueden hacer el diagnóstico y partir con el tratamiento general y farmacológico. En cuanto a los casos de difícil manejo, ya sea por falta de respuesta o reacciones adversas a medicamentos, deben ser evaluados por un reumatólogo”.

¿Cómo detectarlo?

Por el momento no existe un examen en específico, su diagnóstico se basa en la historia y el estudio físico realizado por un médico especialista. “Es muy importante que el médico a cargo, una vez sospechado el diagnóstico, haga un pequeño descarte de otras enfermedades que en Reumatología se presentan en forma muy parecida en sus etapas iniciales”, agrega el especialista de Clínica Ciudad del Mar.

En estos casos, la detección temprana juega un rol crucial, ya que mientras antes se corte el circuito de dolor y trastorno del ánimo, mejor pronóstico tendrá el paciente. En etapas muy iniciales, se puede privilegiar el manejo intensivo con psicólogo y ejercicios.

Ya en etapa de tratamiento, señala el especialista, este debe ser multidisciplinario, considerando un médico de cabecera que tenga conocimiento y experiencia en el tema. “Dentro del manejo no farmacológico, será fundamental el psicólogo clínico y la estrategia cognitivo-conductual”, comenta.

El ejercicio físico aeróbico regular puede ser considerado como un tratamiento, ya que además de contribuir a mantener los rangos de movilidad, mejora la sensación de bienestar. Algunas actividades recomendadas son la natación, yoga, pilates y Tai-Chi. Los baños termales y de tina con agua caliente también son útiles.

Finalmente, respecto al abordaje farmacológico, este debe ser manejado por el especialista en forma escalonada y adecuada a cada paciente en particular.

“Aunque se cree que hay un factor hereditario irremediable, hay mucho que uno puede hacer para tratar de llevar una mejor calidad de vida. Debemos respetar nuestro tiempo libre y nuestras horas de sueño. No complicarnos con problemas banales, pedir apoyo cuando creamos que no podemos resolver una situación, o bien, buscar orientación con un psicólogo. Por otra parte, frente a un dolor que se está haciendo permanente, debemos siempre buscar ayuda médica”, concluye el reumatólogo.