Recientemente se celebró la Semana Mundial de la Lactancia Materna, actividad impulsada por la Organización Mundial de la Salud, con el objetivo de fomentar esta práctica, ya que al menos durante los primeros seis meses es el mejor modo de proporcionar al recién nacido los nutrientes que necesita.

Durante estos meses la alimentación debe ser exclusiva a partir de la leche materna, de ahí en adelante y hasta los dos años, se puede continuar amamantando pero la dieta se complementa con otros alimentos.

No obstante, en este contexto surgen varias interrogantes y confusiones respecto a qué es lo que se debe consumir, prioritariamente, y lo que está prohibido totalmente ya sea porque puede dañar al bebé y/o a la madre.

Recientemente la cantante de fama internacional Beyoncé, fue duramente cuestionada en redes sociales, luego que publicara una fotografía donde aparece bebiendo una copa de vino, a semanas de dar a luz. A partir de esa imagen, muchos la criticaron porque supuestamente está en pleno proceso de amamantar, por lo que el alcohol no estaría permitido en su dieta.

Beyonce | Instagram
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De hecho, el sitio especialista E-lactancia, fundado por el pediatra español José María Paricio Talayero, quien también es presidente de la Asociación para la Promoción e Investigación científico-cultural de la Lactancia Materna (Apilam), señala que durante la lactancia es recomendable no consumir alcohol o hacerlo de manera ocasional y moderada.

Además, indican que su consumo podría causar sedación, desmedro, irritabilidad y retraso psicomotor en el lactante. Otros estudios, en tanto, postulan que el consumo agudo seda al lactante e inhibe la secreción de oxitocina en la madre y, por ende, el reflejo de eyección de la leche, reduciendo su producción.

Precisamente por este tipo de casos es que conocer con exactitud cuál es la alimentación correcta que debe seguir una madre en esta etapa, se vuelve fundamental.

Para aclarar estas interrogantes, la académica de Nutrición y Dietética de la Universidad del Pacífico, Stefanie Chalmers, parte diciendo que “durante esta etapa las necesidades de la mayoría de los micronutrientes (vitaminas y minerales) aumentan respecto de los de una mujer que no está amamantando e, incluso, respecto de una mujer embarazada, por lo que es fundamental un suministro adicional de alimentos ricos en minerales y vitaminas”.

En este punto, la especialista indica que el gasto energético de la nodriza aumenta aproximadamente en un 5% debido a la producción de leche. “Sin embargo, este aumento no necesariamente debe ser aportado con una mayor ingesta total de calorías al día, ya que los depósitos adicionales de tejido adiposo generados durante el embarazo, pueden ser utilizados para cubrir parte de esta mayor necesidad energética”.

A partir de esa realidad, se han desarrollado muchos mitos que hablan de aumentar o restringir ciertos alimentos, pues podrían perjudicar la calidad y sabor de la leche, o incluso provocar malestar en el recién nacido. Otros apelan a que influyen en la salud y peso de la madre.

¿Qué alimentos deben ser de consumo prioritario?

La dieta de la madre que amamanta debe cubrir los requerimientos energéticos estimados en base a su edad y actividad física, al igual que en las mujeres no embarazadas que no están dando lactancia. “El acento debe estar en asegurar la cobertura de las necesidades de micronutrientes (vitaminas y minerales), que en su mayoría sí requieren un aumento en la ingesta, lo que puede hacerse sin generar un considerable aumento en el aporte de calorías diarias.

En ese contexto, es necesario aumentar la ingesta proteica, de calcio y de líquidos, por lo que la leche es un alimento que satisface esas necesidades y puede ser recomendado.

También se debe consumir alimentos ricos en calcio, legumbres, como garbanzos y lentejas, frutos secos como las nueces, mientras las proteínas pueden ser encontradas en fuentes alimenticias de origen animal o vegetal, u otros alimentos como el pescado, detalla la docente, agregando que aquellas madres que no consumen productos básicos como la leche, deben ser supervisadas por un nutricionista, a fin de asegurar la cobertura de las demandas nutricionales.

Pixabay (cc)
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Otro punto importante es que la alimentación debe variar dependiendo de la edad del bebé. “Cuando comienza la alimentación complementaria del lactante, a los 6 meses, la alimentación de la madre en general se asemeja cada vez más a la alimentación de una mujer no embarazada, por lo que asegurando una ingesta hídrica mayor y manteniendo la preocupación de consumir alimentos saludables y una dieta variada y equilibrada, la lactancia debe ser exitosa, tanto en calidad como en cantidad”, asegura la especialista.

Por último, recomienda aumentar la ingesta de ciertos alimentos: “Los pescados azules o de aguas profundas, como salmón, atún, sardina, anchoa y trucha; las frutas y verduras en general y de todos colores, privilegiando las ricas en vitamina C. La quínoa es un cereal especialmente rico en proteínas, que ha demostrado tener un impacto positivo en la producción de leche materna. Y no olvidar el agua”.

¿Qué debo restringir de mi dieta mientras amamanto?

Sobre los alimentos que debieran restringirse durante la lactancia, Chalmers señala que son, básicamente, aquellos que contengan estimulantes, como el café o las bebidas cola, el alcohol, los alimentos ricos en colorantes artificiales u otros productos químicos, así como también aquellos alimentos sospechosos de contaminación, ya sea con plaguicidas, metales pesados o exceso de antibióticos.

“La alimentación debe ser lo más natural posible y, dentro de lo que se pueda, se deben elegir vegetales de origen hidropónico o casero, pescados naturales por sobre los enlatados, evitar el consumo excesivo de carnes por los antibióticos, así como alimentos ricos en sodio y la sacarina. Tampoco ingerir alimentos crudos como mayonesa casera, ceviche y sashimi, evitar la ingesta de azúcares refinados y grasas poco saludables (golosinas y pastelería), y el chocolate”, enumera.

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Mitos y verdades

Por último, la experta aclara qué hay de cierto en populares afirmaciones que más de alguna madre, en etapa de lactancia, ha escuchado.

1.- La malta con huevo aumenta el volumen de leche:

La malta original no contiene alcohol y aporta además vitaminas del complejo B, lo que sumado al aporte nutritivo del huevo es un importante promotor de una leche nutritiva y abundante. Así también, el consumo de cerveza sin alcohol puede tener un impacto positivo en la calidad de la leche, ya que sería capaz de aumentar la capacidad antioxidante de la misma, sin ofrecer elementos tóxicos como las bebidas alcohólicas. Recordar que ambas se elaboran a base de cebada, por lo que las madres con patología celíaca no deben consumirla.

2.- La madre traspasa gases al lactante cuando consume alimentos flatulentos:

Chalmers asegura que no es así, ya que los gases que pueden producirse en el aparato digestivo de la madre no se incluyen en la leche y, por tanto, no llegan al aparato digestivo del lactante.

3.- El sabor de los alimentos afecta el sabor de la leche:

Si bien parte de los compuestos químicos que dan sabor a los alimentos pueden llegar a formar parte de la leche materna, el impacto sobre su sabor es sutil y no influye en la ingesta del lactante, por lo que en lugar de evitarlos, debe comprenderse y asumirse como la primera etapa de educación alimentaria del bebé, donde éste aprende a habituarse y a aceptar la variedad.

Nikolay Osmachko (cc)
Nikolay Osmachko (cc)

4.- La madre que se mantiene con sobrepeso tiene mejor leche y de mejor calidad:

La experta advierte que este es un mito cien por ciento, ya que la calidad de la leche no mejora con un exceso de acumulación adiposa de la madre. Al contrario, podría verse afectada en caso que la madre mantenga un depósito a base de ácidos grasos de mala calidad, usualmente vinculado al consumo de grasas de origen animal.

5.- Hacer dieta para bajar de peso durante la lactancia perjudica la producción de leche:

Llevar a cabo un régimen hipocalórico durante la lactancia podría llegar a ser perjudicial y afectar la producción de leche materna, puesto que la misma producción de ésta genera un aumento en el gasto energético y, con esto, la utilización de los depósitos de tejido adiposo acumulados durante el embarazo.

6.- La mujer que amamanta debe consumir una mayor cantidad de agua:

Por último, este punto también es cierto, ya que la producción de leche requiere de una ingesta más abundante que el de una persona normal. Un adulto debe consumir entre 8 a 10 vasos de agua al día, por lo que una mujer en periodo de lactancia debe sumar 800 cc diarios en períodos de lactancia materna exclusiva, y 600 cc al día cuando el lactante inicia la alimentación complementaria.