A un año de que se detectara en Chile el primer paciente de COVID-19, siguen surgiendo no solo nuevos casos de contagio, sino también información relevante sobre las desconocidas consecuencias del virus. 

En ese contexto, ha llamado mucho la atención el caso de Emilio Rocha Navarrete, joven de 16 años que falleció debido a un síndrome provocado por el SARS-CoV2.

Tras varios meses encerrado, el adolescente salió a juntarse a inicios de enero con sus amigos y conocidos de la Liga Puertomontina de freestyle. ‘El Zombra’ (su chapa) era uno de los fanáticos del rap improvisado en la zona, y se esforzaba por destacar entre los demás.

Sin embargo, la segunda quincena de ese mismo mes Puerto Montt volvió a la fase 1, así que las batallas callejeras tuvieron que quedar en pausa.

El miércoles 20 de enero despertó con un fuerte dolor en los gemelos, y varias horas más tarde de lo normal, sintiéndose somnoliento. Rápidamente llamó a su madre, Lorena Navarrete, con quien vive. Le manifestó su malestar, sin imaginarse que tuviera alguna relación con el coronavirus.

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La mujer llegó a la casa a eso de las 4 de la tarde. Ella es Técnico en Enfermería de Nivel Superior (TENS) y decidió administrarle antiflamatorios a su hijo, basada en los síntomas que él describía.

“Al día siguiente (jueves) me llama por teléfono de nuevo y me dice que le dolía más, pero ahora era el muslo… y que le bajaba, a veces era el gemelo, otras veces el muslo, pero era en ambas piernas”, relató Lorena a BioBioChile.

Para el viernes Emilio presentaba fiebre, así que decidieron realizarle un examen PCR, un test de saliva y una prueba de antígenos con el fin de confirmar o descartar COVID-19. Los tres exámenes dieron negativo, y eso tranquilizó a la madre.

Sin embargo, el sábado continuó con temperatura muy alta, y el paracetamol no se traducía en resultados concretos. El domingo, los dolores musculares se volvieron insoportables.

Al hospital

“El día domingo (24) en la mañana desperté con un grito del Emilio, porque se intentó levantar y no pudo caminar del dolor. Cuando bajé a verlo le dije ‘hijo qué te pasó’ y me dice ‘me duele, mamá, no puedo caminar’. Lo miro y estaba lleno de manchitas rojas pequeñitas en los brazos”, recordó Lorena Navarrete.

Rápidamente notó que las manchas también estaban en sus piernas, mientras la fiebre seguía al alza.

“Su cara empezó a tomar una coloración, las ojeras, como más moradas… y ese morado se fue como más abajo, como a las mejillas. Era igual como si le hubiesen pegado dos cachetadas, tenía como una mano marcada en las mejillas”, aseguró.

Cuando ayudó a su hijo a ir al baño, advirtió que su orina tenía un color café oscuro muy extraño, así que optó por llevarlo al hospital. “Nos fuimos a la Urgencia (del hospital de Puerto Montt). Estuvimos de las 5 de la tarde hasta las 9 de la noche. Cuando yo ingresé a la urgencia el doctor me dice ‘le vamos a tomar exámenes de orina y de sangre’. A las 2 de la mañana (del lunes) el doctor me dice ‘los exámenes del Emilio de orina están alterados, lo que yo quiero saber es si él hizo ejercicio'”, relató.

La sospecha apuntaba a un desgarre de los músculos debido a extenuantes entrenamientos deportivos, pero lo cierto es que el máximo esfuerzo de Emilio había sido una semana antes, paseando en bicicleta. Por eso, el médico prefirió dejar al paciente en observación, aunque había un problema: no existían camas disponibles en el hospital, así que Emilio Rocha pasó la noche en una camilla de urgencias.

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Evolución negativa

Pasado el mediodía del martes, las manchas cubrían desde la cabeza hasta la punta de los pies de Emilio. No había comido, su temperatura no bajaba y su frecuencia cardíaca disminuyó.

Al ver que la única solución que le ofrecían a su hijo era más paracetamol, Lorena decidió pedir el alta y tratar de llevarlo a una clínica, lo que no fue posible debido al elevado costo del sistema de salud privado. Regresó con el adolescente al hospital, donde figuraba a las 5 de la mañana del día miércoles tendido en 3 sillas, con un tarro de basura cerca para poder vomitar.

El personal médico no pudo darle prioridad, pues esa misma jornada llegaron tres ambulancias con pacientes COVID. Por eso, la madre prefirió volver con su hijo a casa, donde pasarían la última noche juntos.

La mujer quiso acudir a sus contactos en el Hospital de Lanco, en la región de Los Ríos, para probar si tenía mejor suerte, pero en el trayecto, al pasar a un centro asistencial para buscarle suero a Emilio, la doctora que lo atendió consideró que era mejor enviarlo en ambulancia de regreso al Hospital de Puerto Montt.

Síndrome Inflamatorio Multisistémico

La recepción para el paciente fue bastante mejor al ser derivado desde otro recinto. De hecho, solo a esa altura recibió un diagnóstico: Síndrome Inflamatorio Multisistémico (PIMS, por su sigla en inglés).

Al día siguiente, en la UCI, su condición comenzó a complicarse incluso más. El viernes lo intubaron y durante el fin de semana su mamá no pudo verlo. El domingo 31 de enero le dijeron que Emilio Rocha estaba grave, tanto así que la doctora le pidió rezar, pues habían hecho todos los esfuerzos posibles y parecía no ser suficiente.

“El día lunes a las 5 de la mañana yo desperté con el pecho apretado, como con angustia… llamé a pediatría temprano, no me contestaron. Llamé a las 11 y me dijeron ‘el doctor está con Emilio’. A las 12 me llama otra doctora y me dice ‘mamita, vente rápido porque el Emilio está mal y te vamos a dejar pasar’“, reveló la mujer.

En efecto, el joven tenía todos los órganos comprometidos. Quisieron estabilizarlo para trasladarlo a Santiago, pero no había caso. “Me dejaron pasar y me sentaron en una silla. Al otro lado del vidrio estaba mi hijo. Yo vi cómo los médicos estaban trabajando con él, le colocaban una cosa, le colocaban otra… entraba un médico, salía otro. Yo le digo al pediatra que quiero pasar para poder tocarlo y una mujer me dice que no, porque él no me iba a escuchar”, relató Lorena.

El infectólogo de turno en la UCI le dijo que probarían una diálisis para limpiar los riñones del paciente debido a que no orinaba hacía tiempo. Además, querían sacarlo del sector pediátrico para atenderlo con los adultos.

“En ese rato cuando sacan la camilla, la doctora que me llamó (por teléfono) me empuja suavemente y me dice ‘aprovecha, toca a tu hijo, tócalo’. Ahí le tomé la mano y quedé sorprendida de verlo tan hinchado. Lo único que era de él eran sus ojos“, recordó emocionada la madre.

Solo una súplica alcanzó a hacerle antes de que lo subieran al ascensor: “Hijo, no me dejes”.

Llegando a la UCI de adultos, el adolescente de 16 años hizo un paro cardíaco. Lograron reanimarlo, pero después de eso fue una larga espera. Aunque se suponía que tenía autorización, finalmente no dejaron que Lorena volviera a entrar. “Lo miré por la ventana y en eso le dije al infectólogo que no podía estar ahí parada mirando a mi hijo, era cruel. ‘Yo quiero estar adentro, quiero tocarlo… me voy a ir, yo no puedo estar parada viéndolo agonizar'”, señaló.

Una vez en el estacionamiento del recinto hospitalario, la llamaron para que regresara. Pasadas las 21 horas, le comunicaron el fallecimiento de su hijo. 

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Riesgo postcovid

Según consigna BioBioChile, desde la llegada del Covid-19 se han contabilizado 150 casos de PIMS en nuestro país. Leonor Jofré Morales, presidenta de la rama de Infectología de la Sociedad Chilena de Pediatría (Sochipe), dice que esta enfermedad es “una manifestación de la infección por el virus SARS-CoV2, que afecta fundamentalmente a los pacientes pediátricos. Los primeros casos de SIM-C en niños fueron descritos en Europa y Estados Unidos, dándose la alerta inmediata a la comunidad pediátrica mundial”.

En cuanto a los síntomas, la doctora advierte que “esta nueva forma de presentación clínica viene con shock, compromiso cardíaco y en su mayoría con síntomas gastrointestinales como dolor abdominal, náuseas y vómitos. Se caracteriza porque el niño afectado presenta un estado de respuesta inflamatoria aumentada ante el contacto con el virus“.

El cuadro aparece después de 2 a 6 semanas del peak de casos de COVID-19 en la comunidad. Se ha postulado como origen un mecanismo post infeccioso inflamatorio, aunque la incidencia real de la enfermedad es aún desconocida.

Los doctores que diagnosticaron a Emilio Rocha llegaron a la conclusión de que pudo haberse contagiado los primeros días de enero, pero no está del todo claro. Al ser aparentemente asintomático, los test pudieron haber sido practicados cuando el coronavirus ya había cumplido su ciclo y no era detectable en el organismo.

Consultada por este caso en particular, la doctora Jofré manifestó que el PIMS “puede darse, aún en caso que la persona haya sido asintomática o poco sintomática”.

Revisa a continuación un relato más detallado de Lorena Navarrete, quien desea dar a conocer el caso de su hijo.