Uno de los temas que preocupa a la madres es la alimentación que deben tener con sus hijos, sobre todo cuando son recién nacidos.

Sabemos que durante los primeros seis meses de vida lo único que necesita un menor de edad es leche materna o de fórmula, y ya a partir de los siete meses pueden comenzar a ingerir ciertos alimentos como papillas.

Sin embargo, hay un alimento con el que se debe tener mucho cuidado. Hablamos de la miel, que si bien es nutritiva para los adultos, para los lactantes puede ser un verdadero peligro, incluso causándoles la muerte.

Para conocer más al respecto, en Página 7 conversamos con Evelyn Sánchez, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de Las Américas, quien comentó que “la evidencia internacional y las Guías Ministeriales Nacionales, orientadas a entregar los lineamientos de alimentación en la población infantil, enfatizan la restricción en el consumo de miel y derivados en menores de 2 años”.

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Explica que esto es debido a que el producto podría desencadenar una enfermedad que paraliza los músculos, “conocida como botulismo en lactantes, el cual es un trastorno neuroparalítico caracterizado por una parálisis descendente aguda causado por la acción de la neurotoxina de Clostridium botulinum”.

La especialista indica que la ingesta de miel o derivados, previo a la edad recomendada, “podría exponer a los menores a un tipo de botulismo causado por una toxina que produce la bacteria Clostridium Botulinum”.

Esta se encuentra “principalmente en la tierra, cuyas esporas, una vez ingeridas, se localizan en el intestino de los niños donde liberan la toxina, causando parálisis e incluso en algunos casos podría ser mortal”.

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Sánchez recalca, según las guías nacionales e internacionales, que se recomienda el consumo después de los 2 años. “En ellas, se destaca que la miel ha sido el único alimento reconocido como factor de riesgo significativo para la enfermedad descrita y enfatiza como medida de prevención, evitar el consumo de miel al menos en el primer año de vida y el fomento de la lactancia materna”.

Síntomas en los bebés

En cuanto a los síntomas, la nutricionista explica que “según la literatura, generalmente comienzan dentro de las 18 a 36 horas después de que la toxina ingresa al cuerpo”, sin embargo, agrega que “es difícil determinar la presencia de esta toxina en los menores, debido en parte, a la baja incidencia de casos a nivel nacional”.

No obstante, precisa que algunos síntomas que pudiesen observarse son:

En lactantes menores: párpados caídos, dificultad para succionar y deglutir debilidad muscular, constipación, llanto débil y tono muscular deficiente.

En edad más avanzada, precisa que “puede provocar serias complicaciones respiratorias derivadas del compromiso motor producido por la toxina”.

Si por alguna u otra razón el bebé consume miel, Sánchez precisa que “se debe estar atento a la aparición de síntomas, consultando de manera oportuna ante la aparición de estos y evitar una nueva ingesta”.

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Finalmente, explica que “a nivel internacional existen reportes recientes de muertes a causa de la toxina botulínica en lactantes, por lo que seguir las recomendaciones es de vital importancia para evitar este tipo de desenlaces fatales”.

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