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Sociedad

La princesa bávara Gloria Thurn und Taxis, conocida como "la princesa punk de Alemania", volvió a ser noticia tras el robo de las joyas napoleónicas del Museo del Louvre. En su juventud, sorprendió al mundo al lucir la diadema de Eugenia de Montijo en su boda con el príncipe Johannes en 1980. Tras la muerte de su esposo en 1990, heredó deudas y vendió el diadema, adquirido luego por los "Amigos del Louvre". A pesar de su reinventada imagen conservadora, Gloria se vio envuelta en controversias al relacionarse con círculos ultraconservadores, lo que afectó su reputación. De princesa rebelde a figura polémica, su historia muestra cómo el brillo de una corona puede desvanecerse rápidamente.
Desarrollado por Bío Bío ComunicacionesEl robo de las joyas napoleónicas del Museo del Louvre ha vuelto a poner en escena a un nombre tan excéntrico como legendario: Gloria Thurn und Taxis, la princesa bávara que alguna vez fue conocida como “la princesa punk de Alemania”.
Hace más de cuatro décadas, Gloria sorprendió al mundo al lucir el diadema de Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, durante su boda con el príncipe Johannes Thurn und Taxis, el 31 de mayo de 1980, consignó Corriere della Sera.
En aquel entonces tenía solo 20 años, y él, 54. “No es que use coronas tan seguido. ¿Por qué, entonces, debería conservar tantas?”, comentó la aristócrata, justificando años después su decisión de desprenderse de la valiosa joya.
A comienzos de los años 80, Gloria rompió todos los esquemas de la nobleza europea. Los tabloides la apodaron “la princesa punk” por su estilo irreverente: llevaba el pelo al estilo de Nina Hagen, usaba maquillaje intenso y recorría Alemania en moto, envuelta en chaquetas de cuero. Su historia de amor con Johannes, un aristócrata tradicional de Ratisbona, parecía salida de un cuento de hadas moderno.
Sin embargo, la magia se desvaneció pronto. Tras la muerte del príncipe en 1990, Gloria heredó una fortuna llena de deudas y debió vender parte del patrimonio familiar. Entre los objetos subastados figuraba el icónico diadema, que fue adquirido en 1992 por los “Amigos del Louvre” por 935.000 marcos alemanes.
Con el tiempo, la princesa reinventó su rol dentro de la nobleza, administró con éxito los negocios familiares y mantuvo una vida pública activa. Pero también se acercó a círculos ultraconservadores, cultivando vínculos con el cardenal Raymond Burke, conocido opositor del papa Francisco, y con el estratega estadounidense Steve Bannon.
En su castillo de Ratisbona incluso se han realizado encuentros con representantes del partido AfD y grupos identitarios. Aunque Gloria se defendió diciendo que “no puede controlar a todos los que alquilan las salas del castillo”, su reputación se vio afectada.
De princesa rebelde y símbolo pop a figura polémica en la Alemania contemporánea, la vida de Gloria Thurn und Taxis demuestra que el brillo de una corona puede desvanecerse tan rápido como deslumbra.