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Juan Carlos Leiva, un hombre sin hogar de 51 años en Mendoza, Argentina, murió de frío en la calle porque rechazó refugios que no aceptaban a su perro, Sultán. A pesar de su deterioro de salud, se negó a separarse de su mascota, falleciendo el 4 de junio por EPOC, neumonía y problemas cardíacos. Una vecina prometió cuidar a Sultán, quien fue adoptado por una joven. El gobierno argumentó que Juan no quiso ayuda, mientras vecinos denunciaron las condiciones de los refugios. Su historia destaca la lealtad y valores de dar la vida por un amigo animal.
Desarrollado por Bío Bío ComunicacionesUn hombre sin hogar murió de frío en plena calle, ¿la razón? Se negó a ir a un refugio porque no aceptaban a su perro, Sultán. Prefirió quedarse con él, a la intemperie, antes que dejarlo solo.
Juan Carlos Leiva tenía 51 años y vivía en situación de calle en el microcentro de Mendoza, Argentina. Desde hacía tiempo dormía bajo un pequeño techo, acompañado por su inseparable perro, Sultán.
La fidelidad que sentía por su mascota lo llevó a rechazar albergues e incluso atención médica. Fue el 4 de junio cuando murió, tras una larga agonía.
“Lo único que quería era cuidar al perro”, contó María del Carmen Navarro al diario Los Andes, vecina y trabajadora de limpieza del edificio donde Juan dormía.

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Fue ella quien, al ver su deterioro, insistió en llevarlo al hospital y le prometió cuidar a Sultán.
El 26 de mayo, María notó que Juan no podía respirar bien y tenía los ojos llenos de lagañas. Estaba débil y no podía sentarse solo. A pesar de las súplicas, Juan se negaba a ir al hospital por no querer separarse de su perro.
Solo accedió cuando María le juró que lo cuidaría como a uno propio.
La ambulancia tardó más de una hora en llegar, y la médica que lo atendió inicialmente no quiso trasladarlo, minimizando su estado.
Juan sufría EPOC, neumonía y problemas cardíacos. Fue internado primero en el Hospital Central y luego derivado al hospital Scaravelli, en Tunuyán, donde falleció sin que nadie pudiera acompañarlo.
Mientras tanto, cuidó de Sultán en su casa, le armó una casita y le llevó el colchón sucio de Juan para que no lo extrañara.

Sultán | Los Andes
Finalmente, logró que una joven de un kiosco cercano, que conocía a Juan y a su perro desde hace años, adoptara a Sultán.
“Ahora duerme calentito, con un abrigo azul, en un sillón de su nueva casa”, contó María. “Le dije a Juan que estaba cumpliendo mi promesa: que su compañero tuviera un buen hogar”.
Desde el Gobierno provincial aseguraron que Juan no quiso recibir ayuda, pero vecinos denunciaron las precarias condiciones de los refugios, donde no se permitía el ingreso con animales y donde incluso habría recibido agresiones.
“Juan no tenía nada, pero tenía un amigo y valores. Dio la vida por su perro”, concluyó María.