El caso de Hunter Olds está dando la vuelta al mundo debido a lo inspiradora que se ha vuelto su historia. Este joven de 23 años ha debido luchar toda su vida contra la obesidad, por lo que siempre recibió burlas debido a su aspecto y por sus problemas a la hora de hacer deportes, pese a que disfrutaba hacerlo.

Cuando Hunter entró a la universidad, lo hizo pesando 158 kilos, pero pese a su evidente sobrepeso, este estudiante no perdió la esperanza de disfrutar de algún deporte, más allá de sus inconvenientes físicos.

Un día, cuando fue a un juego de béisbol se percató que no cabía en ninguno de los asientos del estadio. Fue esta lamentable situación la que hizo click en su cabeza: “Sabía que tenía que cambiar en ese momento”, expresó Olds, en conversación con la revista Men’s Health.

Lo primero que hizo Hunter al volver a su casa, fue descargar una aplicación que lo ayudara a hacerle un seguimiento a su ingesta calórica diaria. Sumado a esto dejó los alimentos con azúcar y procesados, por lo que bajó sustancialmente las calorías que consumía.

Fue cuando se deshizo de los primeros 5 kilos, empezó con una sencilla práctica que le cambió la vida: correr, sólo correr: “Realmente creé una pasión. Era solo algo que podía usar para aclarar mi cabeza. No tuve que pensar en nada, excepto en correr”, lanzó este joven que en un año logró perder cerca de 70 kilos, o sea casi la mitad de su peso original.

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Cuando consiguió su meta de bajar de peso, Hunter se encontró con la posibilidad de ir mucho más allá. Su pasión por correr había crecido tanto que empezó competir profesionalmente: ya ha completado dos maratones (cerca de 42 kilómetros), y ahora va por su primer triatlón.

Claro que su mayor desafío no han sido las competencias, sino mantener su peso: “Mantener es mucho más difícil que perder peso, porque cuando empecé a perder peso, tenía la meta de alcanzar los 90, y luego cuando alcanzaba esa meta, aún no podía volver a comer como comía antes. Eso anularía el propósito”.

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Su historia ha logrado inspirar a muchos, ya que logró cumplir a cabalidad su meta original pese a lo difícil que puede ser cambiar radicalmente nuestro estilo de vida.

“Realmente mejoré mi relación con la comida (…) No siempre estoy deseando que llegue mi próxima comida. Creo que ahí es donde no vi cómo me faltaba. Antes, nunca podría tener una sola cosa. Tuve que comer hasta que me disgusté conmigo mismo. Ahora me despierto y me siento bien. No me duele nada. Y por el lado mental de las cosas, estoy mucho más feliz”, concluyó el joven.