Así de inusual fue el caso que debió enfrentar Courtney Whithorn, una estudiante universitaria de Australia que tenía la mala costumbre de comerse las uñas y que terminó en la amputación de uno de sus dedos.
Los problemas serios comenzaron para ella luego de años de estar mordisqueando la punta de sus dedos. Un día, su pulgar se puso negro pero ella no fue al médico de forma inmediata, sino más bien lo ocultó de todos debido a la vergüenza.
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Varios meses debieron pasar para que finalmente la joven de 20 años acudiera hasta un especialista, quien le entregó un severo diagnóstico: sufría de melanoma subungueal lentiginoso acral, un extraño tipo de cáncer a la piel.
Aquello sucedió en julio, y desde entonces debió someterse a distintos tipos de tratamientos para extirpar el cáncer que ennegreció su dedo, el que finalmente debió ser extirpado de su cuerpo.
“Cuando descubrí que morderme la uña fue la causa del cáncer, quedé destrozada“, confesó la joven al Daily Mail. “En mi cabeza pensé: ‘Me he hecho esto a mí misma’, pero obviamente sabía que no debería tener esa mentalidad. No podía creerlo”, añadió la estudiante de sociología.
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Pero las malas noticias podrían seguir afectando su vida, ya que la ubicación del melanoma no ha podido ser identificada, pese a la amputación del pulgar, donde se creía que estaba.
“Si reaparece (el cáncer), tendrán que seguir cortando hasta que obtengamos un resultado claro“, aclaró Courtney, situación que la mantiene muy asustada.
“No hay suficiente investigación para decir cuál es la tasa de supervivencia del cáncer o la probabilidad de que regrese porque simplemente no sabemos mucho al respecto. Solo lloro cada vez que es mencionado”, explica, no sin antes haber hecho su mea culpa.
“Mi mano estaba constantemente en un puño porque no quería que nadie la viera, ni siquiera mis padres. Me asusté un poco cuando mi piel comenzó a ponerse negra, así que se los mostré por primera vez este año”, confesó la muchacha al citado medio.
