Llantos, gritos y mucho enojo son las características típicas de las pataletas infantiles, que todo padre y/o madre ha tenido que experimentar más de alguna vez, incluso sin lograr comprender en profundidad el porqué de estos berrinches,

Al leer la palabra “pataleta” se viene a la mente la imagen de una niña o niño descontrolado, pateando, llorando, gritando y exigiendo la atención de un adulto, que no siempre sabe cómo reaccionar ante este episodio. “Tal vez, la mayoría de esas veces hayas podido mantener la calma, logrando una contención y enseñándole cómo procesar su emoción.

Lee también: Joven británica da a conocer las feas consecuencias de utilizar un moño apretado por años

Otras, en tanto, quizá te sentiste superado, y lo retaste duramente junto con castigarlo y enviarlo a su pieza, mientras te calmabas.

De acuerdo a la psicóloga de la Universidad del Pacífico, Carolina Pollman, dentro de la crianza es normal que surjan dudas sobre la mejor manera de manejar ciertas situaciones con los hijos y, entre ellas, están las pataletas, las que pueden confundirnos respecto a la hora de tomar una decisión. “Además, es frecuente escuchar hasta hoy comentarios alusivos a que los niños se van a malcriar si se les pone atención cuando hacen pataletas”, indica la experta.

Entonces…¿Qué hacer en estas situaciones?

Pollman indica que, desde la psicología, es muy relevante el apego seguro en el desarrollo infantil, y esto se refiere a la necesidad primaria de los bebés y niños de establecer lazos afectivos y sólidos con sus cuidares, sean los padres u otros. “El ser humano nace dependiente y desvalido, por lo que los bebés y niños necesitan de esa cercanía, cuidado, amor y protección para sobrevivir. Tanto como requieren respirar o alimentarse, necesitan desarrollar vínculos profundos, en los cuales sentirse contenidos”, explica la profesional.

Es en esta relación que el niño o niña aprende entonces que sus necesidades emocionales son dignas de ser consideradas, y a partir de ahí sientan las bases para la autoestima y de relaciones nutritivas con su entorno. La experta comenta que solos o alejados del adulto, simplemente no pueden regular sus emociones ni satisfacer sus necesidades.

He ahí donde radica la importancia de atender los llamados de los niños, pues cuando sienten que son “vistos” o “considerados” de a poco van aprendiendo a regular su estrés, el que aparece cuando enfrentan sensaciones internas como hambre, frío, soledad, sueño, miedo ante un ruido fuerte, etc. Y, además, desarrollan conductas de apego.

Cabe señalar que un cuidador sensible y receptivo a las pataletas del niño y otras señales de desregulación emocional, realizará, a su vez, comportamientos orientados a calmarlo y disminuir su estrés. “Es bueno abrazarlo, acompañarlo, hacerle cariño, ayudarle a cambiar temporalmente su foco de atención y hablarle para que se calme”, sugiere.

Por el contrario, si no se hace este tipo de acciones, lo único que se logra es aumentar el estrés. “Si como padres consideramos que las pataletas son estados negativos que los niños tienen que regular solos, como cuando los enviamos a su pieza para que pasen un ´tiempo fuera´ o los retamos, lo único que lograremos es que el estrés de los niños aumente y, además, aprenderán e internalizarán que cuando se sienten mal y no saben cómo pedir ayuda, el cuidador los deja solos”, advierte la especialista.

Pollman añade que cuando un hijo hace pataletas es cuando más necesita a su madre, padre o cuidador. “Requiere que lo veas y consideres, pues te está mostrando que no puede manejar su emocionar sin tu ayuda. Requiere confiar en ti y tener la seguridad de que si le pasa algo al enfrentar nuevos desafíos, como cuando se asusta, se cae o se preocupa, podrá acudir a ti y contar con tu ayuda“.

Por último, recomienda a los adultos que para manejar mejor estas situaciones recurran a recursos internos como “alguna imagen, algún recuerdo positivo, frase o gesto acogedor”. Para la psicóloga es importante hacer todos los esfuerzos en este tipo de situaciones. “Junto con acoger a tu hijo, en la medida que va creciendo es clave modelarle maneras adecuadas de expresar su enojo o malestar, poniendo límites claros y ayudándole a poner nombre a sus emociones y, de ese modo, identificando qué necesita para recuperar su tranquilidad, en un vínculo que él sienta como disponible y presente”, acota.