Cuando nos alimentamos, no solo lo hacemos de la comida propiamente tal, sino que nuestro entorno, actitudes, y emociones, también influyen en el proceso.
Así al menos lo señala Larissa García, de la Sociedad Sicoanalítica de México, según consigna el portal especializado Salud180, quien asegura que la esa incómoda grasa que se acumula en la zona abdominal está estrechamente relacionada a las emociones que involucramos a la hora de comer.
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De acuerdo a García, la razón por la que engorda el vientre es “por no alimentarse en paz”, agregando que al menos deberíamos tomarnos 20 minutos para comer, que es lo que tarda en llegar la señal del estómago al cerebro, de que estoy satisfecho, además de no conversar de cosas negativas cuando se está comiendo. “En el momento en que me alimento, no solo me estoy alimentando de la comida, sino que también de sentimientos. Si hablamos de cosas negativas, me estoy alimentando más de eso que de la comida“, indica.
Larissa señala también que, simbólicamente, la grasa protege de las agresiones externas. Por ejemplo, la parte de la cadera, está relacionada con los genitales y las piernas. La especialista indica, al mismo tiempo, que las piernas representan el avance y el progreso, por lo que si una mujer no se siente plena o no logra avanzar hacia donde ella quiere y hacer uso, por ejemplo, de su propia sexualidad, una forma de protección es el sobrepeso en esa zona.
Por otro lado, el portal en cuestión, indica que existe al menos tres emociones ligadas a esta condición:
1.- Ansiedad: De acuerdo al estudio Las emociones y el sobrepeso: factores psicológicos de la obesidad, este sentimiento provoca una sensación de nunca estar saciado, por lo que la respuesta más típica e inmediata, es el “picoteo” entre comidas, y consumir alimentos altos en grasas para así lograr un estado de placer rápido.
John Hoebel, investigador de la Universidad de Princeton de Estados Unidos, señala que “la comida es una forma de adicción para calmar la ansiedad, similar a la que se experimenta con la heroína o morfina”.
2.- Frustración: Independiente de las causas, la frustración afecta el modo en que se come. Ya que una de las primeras reacciones que tenemos, para recuperar el ánimo, es recurrir a la comida, señala la misma investigación.
3. Estrés: Por último, el estrés también estaría ligado al sobrepeso, pues según lo que señala la Escuela de Salud Pública Mailman, de la Universidad de Columbia, Nueva York, Estados Unidos, las mujeres que padecen de estrés postraumático tienen más posibilidades de tener sobrepeso u obesidad.
Otra de las relaciones que surgen entre las emociones y la acumulación de grasa en el abdomen, de acuerdo al portal, es que existen alimentos considerados “adictivos” y que hacen que se consuman en exceso y sin parar, como el chocolate y la comida chatarra, por ejemplo.
¿Una explicación?
Este tipo de alimentos producen endocanabinoides, una moléculas similares a la marihuana, y que envía una señal al cerebro que genera adicción y placer por seguir comiéndola, consigna una investigación a cargo de la Universidad de California, Estados Unidos.
Es por ello que el placer de comer este tipo de comidas, hace que nos olvidemos de los problemas y nos mantengamos “felices” comiendo, aunque sea momentáneamente. Obviamente se convierte en un círculo vicioso que funciona perfecto para evadir el dolor.