Jazmín Monroy (17) y Jahir Iribarren (22) eran oriundos de Copiapó, se conocieron en una fiesta y desde entonces comenzaron a salir. Ella cursaba segundo medio y él era un amante del campo, la mecánica y la música mexicana.

Pololearon durante siete meses hasta que un accidente de tránsito ocurrido el 27 de abril del año pasado, acabó con la vida de ambos.

La madre de Jazmín señaló al diario La Cuarta, que ambos se amaban incondicionalmente, y que pese a que conoció a Jahir solo tres meses, asegura que era “un buen niño” y que se notaban muy enamorados. “Era tranquilo, respetuoso y muy caballero“, indica.

Fue justamente por eso amor que se profesaban en vida, que ambas familias decidieron celebrar una boda simbólica póstuma en el cementerio.

Luego de los funerales, la pareja quedó en tumbas separadas, pero la intención era volver a reunirlos sí o sí. “Ellos se fueron juntos y tenían que quedar juntos en el cementerio“, señala Juanita.

Es por eso que este viernes quedaron unidos para siempre en un mismo nicho, durante la ceremonia que contó hasta con un sacerdote.

El momento se vivió tal como un matrimonio real, en términos de protocolo, pues el “novio” salió de su nicho y fu trasladado hacia el lugar donde lo esperaba Jazmín. Otro detalle es que los trajes fueron puestos sobre sus respectivos ataúdes.

El traje de novia lo confeccionó la mamá de Jahir, Clarina, quien no la pudo conocer en vida.

Los trajes quedaron preciosos. Sólo faltaba que Jazmín y Jahir se pararan y caminaran. Se pudo cumplir el sueño que quedaran en el mismo lugar”, contó Juanita al medio nacional.

La familia también envió cerca de 160 invitaciones, sin embargo, relatan que hasta el lugar llegaron más de 200 personas.

Estuvo todo muy bonito. Hicimos esta ceremonia simbólica, el padre dio la bendición, celebramos con champagne, globos al cielo. Fue un momento de alegría y tristeza por volver a recordar ese día”, remató la mujer.