Diana Bolocco viajó hasta Argentina para visitar a los participantes de Gran hermano. Ya en la casa más famosa del mundo, conversó sobre sus historias.

Una de las que relató parte de su pasado fue Constanza Capelli, a quien le recordaron su casting para el reality.

En ese video, contó que hasta los 18 años practicó ballet, pero decidió abandonar su práctica. Esto la hizo caer en una fuerte adicción.

Luego, en conversación con la animadora y sus compañeros, reconoció que “realmente en un punto de mi vida, yo estaba muy, muy mal, y para mí es un milagro que yo esté aquí respirando, así de fuerte fue”.

“Pero, estoy contenta porque gracias a eso, siento que represento a un grupo de personas que también pasó por lo mismo, y también pueden superarlo”, recalcó en Gran Hermano.

Cony enfatizó que “es una lucha diaria, pero no lo cambiaría, siento que me ha hecho súper fuerte y empática con los dolores de los demás, por eso es que me gustaría estudiar psicología, para ayudar a los demás”.

Diana quiso conocer más detalles, por lo que le preguntó a qué se refería al decir que era un milagro.

“No fue que yo intenté algo, sino que fue una muerte lenta. Esto es lo que pasa con este tipo de adicciones, uno lo puede cubrir y que nadie se entere”, explicó.

En ese contexto, dijo que “fueron momentos súper oscuros, yo llegaba a mi casa, a la tina con agua fría y lloraba”. Esto se extendió por cerca de tres años.

El momento en que Cony tocó fondo

Tras hablar en profundidad sobre su adicción a las drogas, Cony compartió con todos cuál fue el momento más duro que vivió.

“En un momento de hecho pensé… el pensamiento más oscuro que tuve fue que una vez estaba acostada en mi cama, vivía sola (…), y me acuerdo de que estaba en la sustancia y dije ‘me voy a morir acá y nadie va a cachar que estoy muerta y los vecinos van a sentir mi olor y ahí van a cachar de que yo estoy muerta, por el olor a cadáver’”, añadió.

En ese minuto pensó que “me iba a morir ahí de un ataque cardiaco y que nadie iba a cachar, ese rollo me pasé y me acuerdo de que al toque busqué psicólogos, rehabilitación y fue así como encontré a Daniela, mi psicóloga y fue ahí que empecé a… renací, ahí empezó el Ave Fénix, fue el gesto de amor propio más bonito que pude haber hecho”.