Este jueves se estrenó La Memoria Infinita, documental de Maite Alberdi que relata con respeto e intimidad la historia de los últimos años de Augusto Góngora y los cuidados que le brindó su esposa, Paulina Urrutia.
Ya con el tráiler se vislumbraba lo conmovedor que sería repasar los momentos del periodista en medio de su Alzheimer, además de lo mucho que la actriz se preocupaba por él.
También puedes leer
Y la película no defrauda, mostrando momentos íntimos de ambos en la casa que construyeron hace casi 20 años, alternándolos con grabaciones caseras del pasado.
En los primeros minutos, ya se descubre el amor y paciencia de Paulina ante la cruda enfermedad que afecta a su marido, cuidándolo, hablándole con suavidad y cariño, llevándolo a pasear mientras le lee un cuento y se ríen.
Es casi convivir con un niño, que descubre el mundo cada día, aunque a veces tiene momentos de lucidez, donde recuerda a sus cercanos, su pasado como reportero, y los duros momentos que tuvo que presenciar en su juventud.
Porque este documental también habla de la memoria de Chile, de no olvidar los horrores que vivieron los compatriotas durante la dictadura, donde Góngora entrevistaba a los niños y pobladores que le comentaban que no tenían para comer, mientras que en Santiago golpeaban y mataban a quienes se oponían a Pinochet.
La angustia del olvido
“¿Sabes quién soy yo?”, es una pregunta recurrente en el filme, que a veces tiene una respuesta afirmativa, llena de ternura y besos, mientras que en otras ocasiones es una sombra angustiosa de no saber a quién tiene delante, donde el Alzheimer no permite reconocer a la persona que, hace algunas horas, declaraba su alma gemela.
Pero Paulina Urrutia continúa cuidándolo, a pesar del sufrimiento, a pesar de las noches de insomnio, en las cuales Augusto pelea con enemigos invisibles y pide ayuda, ayúdame, ¿quién eres?, estoy solo, solo, solo. Y causa aflicción a su compañera de vida, la tristeza es inevitable, al igual que las lágrimas al intentar ayudarlo y convencerlo de que ella está siempre con él, aunque él lo niegue e insista en que ya nadie lo quiere.
Aun así, ella sigue a su lado, lo lleva a sus ensayos en el teatro, bailan juntos, le recuerda siempre quién es él, quién es ella, y el amor que los une, sacándole una sonrisa a Góngora cuando tiene esos destellos de memoria.
La música también es otro personaje importante, que transporta al espectador a cada momento vivido, tanto en su presente como en el pasado, las vacaciones en familia, la propia construcción de la casa o los simples momentos en pareja.
El amor infinito
Durante la pandemia, ya no había una producción detrás, sino que es Paulina quien toma la cámara y graba, haciendo todo mucho más íntimo y revelador, de dulce y agraz, de una pareja conviviendo con la dura enfermedad del olvido.
Sin embargo, lo más importante no es la memoria en sí, ni los recuerdos, sino que es el amor, ese amor que traspasa todo, que aprende y crece, a pesar de la adversidad. Que es paciente, cuidador, preocupado y protector.
Ese amor que, a pesar de a veces, olvidarlo todo e incluso no tenerlo en la mente por muchos días, aún vive, ¿quién sabe?, quizás en el propio corazón. Y es infinito.
Ver esta publicación en Instagram