El pasado viernes, Francisco Muñoz salió a hacer trekking en el cerro Manquehuito, junto a su esposa e hijo. No sabía que ese sería el último sendero de su vida.

El profesor de karate avanzó cerca de medio kilómetro, cuando súbitamente cayó al suelo: un infarto le quitó la vida de manera instantánea.

“Su pareja me llamó muy nerviosa (…) Cuando venían bajando, de forma imprevista, se desmayó. Solo dijo antes que sentía la garganta apretada y cayó”, contó Cristián Flores, uno de los aprendices más antiguos de Muñoz.

Álex Molina, otro de sus alumnos, comentó que “gracias a él logré ser seleccionado nacional y competir internacionalmente. Para mí y para muchos, fue como un padre. En la escuela fue un rehabilitador de personas, un profesor de vida”.

Cabe señalar que Muñoz -varias veces campeón sudamericano y panamericano- fue despedido este domingo, en el cementerio Parque del Recuerdo, por familiares, amigos y alumnos.

“Lo único que él quería era que todo el mundo entrenara”, relató  a LUN Johanna Godoy, viuda del instructor de karate.

El legado de Francisco Muñoz

Además, manifestó estar agradecida por las distintas muestras de cariño. “Fuimos un día de paseo, como tantas aventuras que hacíamos en la naturaleza, pero él no volvió”.

“Su propósito era cambiar a las personas, no solo entrenar, sino también enseñar valores“, aseguró Diego Escobar, quien entrenó junto a Muñoz por 24 años.

La viuda de Muñoz indicó que el gran legado de su marido es la academia que dirigía, la misma que seguirá funcionando, pese a su muerte.

“Es lo que él habría querido”, sentenció Escobar respecto a esto.