Una joven de 21 años reveló que el pasado 24 de diciembre fue secuestrada, violentada y abusada sexualmente por su expareja, un productor de eventos de 44. A pesar de tener la denuncia, el hombre sigue libre.
Todo comenzó en víspera de Navidad, cuando el sujeto la invitó a su departamento ubicado en Las Condes. “Me abrió la puerta, me saludó todo muy normal, puso el pestillo, y me dice: ‘Oye pásame tu celular’“, recordó, en entrevista con el matinal Buenos Días a Todos.
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De acuerdo al relato de Valentina, ella se negó a entregárselo, debido a que la relación entre ellos había terminado hace unas semanas. “Ahí me pegó una cachetada. Yo me asusté y le pasé el celular por miedo a que me siguiera pegando”, expresó.
“Nunca esperé que él me hiciera algo así. Quedé súper choqueada (…) Después de darme varias cachetadas, el pesca una zapatilla, me pega en el brazo (…) Pensé en aguantar y quedarme en un rol más de sumisa, para que él se pudiera calmar”, relató Valentina.
Tras estos golpes, el sujeto siguió revisando el celular, para minutos más tarde continuar agrediéndola. “Me ahorca con una mano, me pega un combo en la guata, pero muy fuerte, yo quedé sin respiración”, señaló.
En este contexto, Valentina reveló que el hombre había consumido cocaína. “Siempre lo hace. También estaba un poco ebrio”, precisó.
Posteriormente la habría llevado a su habitación para obligarla a tener relaciones sexuales. “Yo podría tomarlo como una violación. Ese minuto yo no quería”, agregó, señalando que le sacó fotografías y la grabó sin su consentimiento.
“Yo nunca pensé que me podía hacer algo así. En varias ocasiones le dije que me quería ir, que me diera mi ropa, y él no me dejaba, entonces sí fue un secuestro. Yo estaba en contra de mi voluntad ahí”, declaró.
“En ese momento yo pensaba en mi mamá. No quería asustarla, ni darle más problemas (…) Además tenía miedo de que me pasara algo a mí, o que después le hiciera algo a mi mamá o a mis hermanos”, reconoció.
En un descuido del sujeto, Valentina abrió la puerta y escapó del departamento. “Salí por las escaleras y empecé a tocar timbres a ver quién me podía ayudar”, relató, añadiendo que dos jóvenes le prestaron ropa y le dieron agua para que se calmara.
“Ahí llamé a mi mamá, le cuento todo lo que me había pasado y viene a buscarme. Llegaron los Carabineros y todo”, señaló finalmente.
