5 años han pasado del terrible crimen de Priscila Leguiza Lafuente (7) quien fue asesinada, quemada y arrojada a un arroyo por su madre y su padrastro.

El caso registrado en la localidad de Berazategui, Buenos Aires, conmocionó al país por sus macabros detalles. La menor fue asesinada a golpes en la cabeza por Silvana Lafuente (37) y Pablo Verón Bisconti (35), porque se negó a decirles “mamá” y “papá”.

Luego de matarla, la pusieron en una parrilla y le prendieron fuego, para finalmente transportar sus restos en un coche de bebé hasta el lugar donde la pusieron en una bolsa y la arrojaron al agua. La menor fue hallada días después entre los pastizales y arbustos del arroyo “Las Conchillas”.

Durante toda su infancia Priscila se crió con su padre, pero en octubre de 2014, su madre la llevó a vivir con ella. Según los antecedentes revelados por el abogado querellante, Julio Torrada a Todo Noticias, la menor sufrió golpes durante esos meses.

“Fue rehén de una madre que por sed de venganza la tomó como trofeo de guerra. No era que le pegaba a todos los hermanitos, la agredía solamente a ella hasta darle muerte”, aseguró sobre el periodo en que la menor vivió con su padrastro.

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Pero Lafuente y Verón no habrían sido la únicos involucrados en el crimen, ya que aquella noche la mujer llamó a un pastor, identificado como Santos Doroteo Lezcano. “Ven, ayúdame. Me mandé una macana. Maté a mi hija”, le dijo por teléfono.

Cuando el religioso llegó a la casa de Lafuente, les aconsejó deshacerse de los restos de la menor. “Si no hay cuerpo, no hay delito”, les habría señalado.

El pasado lunes, la pareja fue declarada culpable por la causa de “homicidio agravado por el vínculo, premeditación, ensañamiento y alevosía”, en el tribunal de Quilmes, Argentina.

“Se ha logrado probar que se planeó, se pergeñó y se proyectó la muerte de la nena y la desaparición de sus restos”, señaló Torrada.

La pena que recibirá la pareja se conocerá el próximo viernes.