Tras la confirmación de la muerte de la reina Isabel, el pasado 8 de septiembre, millones han sido las muestras de cariño hacia la histórica monarca.

Las afueras de su residencia en Balmoral, el Palacio de Buckingham y el castillo de Windsor son algunos de los puntos de encuentro donde las personas han llevado flores y cartas, para honrar a la madre del actual rey Carlos III.

Si bien el cariño y respeto de los británicos marcaron el reinado de Isabel II, lo cierto es que existieron días en que los ciudadanos la detestaron. Y esto está vinculado a Lady Di.

La semana en que la reina Isabel II indignó a los británicos

El 31 de agosto de 1997 el mundo entero se conmocionó con la noticia de la muerte de la princesa Diana, siendo millones quienes lloraron su partida.

En este contexto, la reina Isabel II —al igual que Carlos III— fue duramente criticada por no demostrar muchas emociones y permanecer estoica todo el tiempo.

Su gesto más cuestionado por la nación fue su tardío discurso por el fallecimiento de Lady Di: ocurrió cinco días después del fatal accidente.

Se trató de un mensaje inédito, el que pasó a la historia no solo por su demora, sino que también por ser el primer discurso que fue televisado en vivo y en directo.

Durante esta transmisión, Isabel II definió a Diana como “un ser humano excepcional” y que la admiraba y respetaba “por su energía, compromiso con los demás y, especialmente, por su devoción a sus dos hijos”.

Los otros motivos del descontento de la ciudadanía

Pero la “indignación popular”, detalla El País, también se generó por las decisiones que tomó la fallecida soberana respecto al funeral de Lady Di.

Una de estas medidas que enojó a los británicos es que no fuese un funeral de Estado ni real, es decir, se permitió uno “con solemnidad, pero sin pompa”.

Eso sí, Isabel II le concedió a su fallecida exnuera un detalle: su ataúd, al ser repatriado de París, iba cubierto con el estandarte real, algo reservado solo para la Familia Real.

En un principio, la Corona definió que la despedida iba a ser discreta, en la abadía de Westminster y con entierro privado.

Sin embargo, la ira popular llevó a la Reina a ampliar el recorrido del cortejo fúnebre, desde la capilla de St. James a la abadía de Westminster, para que así más gente pudiese verlo.

Sumado a esto, hasta ese instante, cuando habían pasado tres días desde la muerte de Diana, la Reina aún estaba de vacaciones en su residencia de Balmoral y el Palacio no quería confirmar su asistencia al funeral.

Como ya es conocido, Isabel II terminó viajando de regreso a Londres, emitió el mencionado discurso y el 6 de septiembre asistió al funeral de Lady Di, donde protagonizó —quizás— uno de los momentos más recordados de su reinado.

En un gesto sin precedentes para la Corona, cuando el féretro pasó frente a ella, la Reina inclinó levemente la cabeza en señal de respeto a Diana, siendo esta la única vez que la Monarca realizó una reverencia a alguien.

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Finalmente, según diversos analistas, este gesto fue clave para que la población le perdonara sus errores y, de esta forma, reconciliarse con la Casa Real.