El pasado 19 de mayo el príncipe Harry y Meghan Markle cumplieron un año de matrimonio, una fecha especial que pasaron junto a su hijo Archie.

Sin embargo, antes que formara esta bella familia, el duque de Sussex tuvo que pedirle permiso a su abuela, la reina Isabel II, para casarse con la exactriz estadounidense.

Parece una norma del siglo XIX, pero el príncipe necesitaba seguir este protocolo real y contar con la aprobación de la monarca, sobre todo porque se lo catalogaba como el “rebelde” de la familia real. Esto, ya que durante su etapa juvenil no se había portado muy bien y había protagonizado varios escándalos.

Según contó el famoso biógrafo Andrew Morton en su libro Meghan: una princesa de Hollywood, Harry tuvo una reunión “ultra secreta” con la Reina para conversar de su compromiso.

De hecho, el autor relata que el encuentro fue tan secreto que ni siquiera los funcionarios más importantes del Palacio sabían que esta iba a ocurrir, enterándose días después, según informó el medio inglés Express.

En esta reunión, Morton asegura que la monarca reconoció que Harry había cambiado y que la rebeldía de su juventud quedó en el pasado.

“Si hubiera ido a ver a su abuela unos años antes, cuando tenía una reputación poco envidiable como un borracho enojado con falta de criterio, habría sido dudoso que la Reina hubiera aceptado que se casara con una actriz estadounidense divorciada”, indica el escritor en su libro.

En este sentido, la visión de la Reina sobre su nieto cambió luego que viera la gran labor que Harry realizaba representándola en visitas oficiales en el extranjero y su rol como fundador de los Juegos Invictus.

Por último, Andrew afirmó que la reina Isabel confía en sus nietos e incluso le tiene más confianza a ellos que a su hijo mayor, el príncipe Carlos. “William y Harry tienen la cualidad de destacar como una estrella, son los herederos creíbles y auténticos de la monarquía”, expresó.