La dramática escena en el zoológico Metropolitano de Santiago, donde dos leones fueron sacrificados luego de que un joven trepara la jaula y entrara desnudo a enfrentar a los animales, no sólo abrió la discusión sobre la posibilidad de terminar con el cautiverio de animales en nuestro país, sino que además sobre la condición psiquiátrica por la que Franco Ferrada habría ingresado, mirando cara a cara a la muerte.

Delirio mesiánico, una patología precisamente de índole psiquiátrica que hace alucinar a las personas y enajenarlas completamente de la realidad, fue uno de los primeros diagnósticos. Franco se creía Jesús y aseguraba que Dios estiraría su poder para salvarlo de las garras de las bestias.

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“Cuando despierte, él va a corroborar que Dios lo salvó, que los leones no le hicieron nada porque él es Jesús. Esa idea él ya la tiene y no va a cambiar. Está convencido que sus ideas irracionales son reales, por lo que no sirve decirle reiteradamente ‘eso no es real’, porque él cree firmemente en eso y puede ponerse muy agresivo” comentó la psicóloga Sandra Inostroza a Soy Chile.

Esta grave enfermedad de perturbación mental, que quedó, en parte, al descubierto, con las cartas que dejó el joven de 20 años, también es propia de líderes de sectas, como Antares de la luz, el hombre que impactó al país y el mundo luego del asesinato de su propio hijo como parte de un rito.

Otras condiciones mentales pueden también provocar reacciones similares. Actitudes violentas o temerarios, alucinaciones o comportamientos extraños relacionadas con credos. En el mismo sentido, el extremismo religioso, como queda al manifiesto en expresiones como las de los terroristas musulmanes o la cruenta guerra entre católicos y protestantes en la isla de Irlanda, por dar ejemplos, también demuestran que los límites de la razón humana parecen quebrantarse.

Sin embargo, aunque muchos suelen confundirlo y otros creerlo imposible, en otros casos puede efectivamente tratarse de una posesión demoníaca.

Así lo afirma el sacerdote italiano, Padre Cipriano de Meo, que dirige una escuela de exorcismos en la zona de Foggia, Apulia,en sudeste de ‘La Bota’, que además da claves para distinguir entre una persona que está bajo el dominio de fuerzas malignas de una con algún trastorno o enfermedad psicológica.

A sus 64 años y con un permiso especial del vaticano para llegar adelante la enseñanza de las artes del exorcismo, el padre de Meo, sin duda ha visto mucho y afirma, a Mirror, que definitivamente una posesión y una enfermedad no tienen absolutamente nada que ver.

“El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar a una persona de una posesión demoníaca a través a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia. Las enfermedades, sobre todo psicológicas, son una cuestión muy diferente; el tratamiento debe ser la preocupación de la ciencia médica. Por lo tanto, antes de celebrar el exorcismo, es importante cerciorarse de que uno está tratando con la presencia del Maligno y no la de una enfermedad”, asegura el sacerdote.

Por otra parte, asegura que la manera en la que el percibe la diferencia es sencilla.

“La mejor manera es orar prolongadamente, si el adversario está ocupando el cuerpo de otra persona, llegará un punto en el que reaccionará, ya que seremos vistos por el demonio como un enemigo dispuesto a pelear con él. Expresiones faciales, amenazantes palabras o gestos y otras cosas, pero especialmente blasfemias contra Dios y la Virgen son las principales reacciones que nos demostrarán que un demonio está presente”, afirma el sacerdote que a la vez advierte que todos los exorcismos son diferentes, por lo que la presencia de un sacerdote altamente entrenado en el arte es absolutamente necesaria, ya que de lo contrario los resultados pueden ser fatales.