En agosto del 2014, el mundo del entretenimiento se vistió de luto para despedir al actor tras éxitos como Patch Adams y la Señora Doubtfire. Hablamos de Robin Williams, artista que se quitó la vida en su hogar ahorcándose con su propio cinturón, cuando tenía sólo 63 años. Un diagnóstico de Parkinson, depresión y otras adicciones que sufría, lo empujaron a tomar la trágica decisión.

A meses de su muerte, la prensa estadounidense dio a conocer algunos de los mensajes que Williams fue dejando por toda la casa, quizás esperando que alguien los encontrase; en estos, se revelaba que tenía intenciones de suicidarse, como detalla el medio español El País.

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“Es hora de irse” o “he terminado con todo”, son algunas de las notas que su esposa e hijos han ido encontrando. La muerte de este ídolo de la comedia agarró a todos sus fanáticos por sorpresa, ya que tenía el don de hacer reír a los demás. Pero detrás de su sonrisa, se ocultaba una tristeza incontrolable: según informes policiales, este investigó en Internet sobre métodos para suicidarse. Pensó en ansiolíticos e incluso, intentó cortarse las venas, pero se arrepintió y finalmente limpió toda la sangre.

Universal Pictures
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Aunque sufrió de alcoholismo prácticamente toda su vida, la autopsia a su cuerpo no arrojó ningún rastro de bebida, drogas o cualquier otra sustancia. Lo que sí se descubrió, fueron señales de demencia en su cerebro y una desarrollada paranoia, por lo que se cree que la enfermedad degenerativa que sufría fue la que le puso la piedra a su tumba.

Su infancia infeliz fue uno de los factores que lo marcó: Aunque creció en un entorno económicamente rico, tuvo un padre ausente, el cual era un destacado ejecutivo de Ford. Mientras que su madre era una ex modelo, a quien describió como “adicta a la moda”; esta misma lo empujó a iniciar su carrera, ya que la intentaba hacer reír para llamar su atención.