Cuando irrumpió como conductor de la primera temporada de Caiga Quien Caiga causó sorpresa por ser una figura desconocida para la televisión, a pesar de tener una extensa trayectoria en radio y medios escritos.

No sólo el ácido sentido del humor y la ironía lo hicieron destacar, sino también lo raro que era hasta ese momento el tener en pantalla a una persona común y corriente, que no seguía los cánones de belleza establecidos en la TV de aquellos años.

Pero luego de mucho tiempo, y con medio siglo en el cuerpo, Felipe Bianchi goza en este minuto de un nuevo estilo, una evolución se podría decir en cuanto a su imagen.

Un cambio gradual que ha ido sorprendiendo, primero por su jopo cada vez más pronunciado, segundo, los colores cada vez más vivos de su ropa, y por último, la decisión de eliminar sus gigantes lentes ópticos.

En entrevista con Las Últimas Noticias el comentarista deportivo dijo que siempre se ha intentado vestir de la mejor manera: “La ropa siempre ha sido un tema para mí. No entiendo a la gente que sabe de libros, de historia, de arte… pero no de ropa. Es parte de la cultura, ¿no“.

Felipe Bianchi | Instagram
Felipe Bianchi | Instagram

El periodista de Mega dice hacerle la cruz a las guayaberas y a los polar pues considera que no son una prenda elegante. También sacó credenciales de hombre preocupado por su apariencia al declarar que se echa cremas en su piel, se corta el pelo cada 15 días y va al gimnasio para mantenerse en forma.

Orgulloso confesó: “Tengo la suerte de ser razonablemente flaco desde siempre. Hoy peso 82 kilos, lo justo para alguien de 1.84 metros de altura. Desde que salí de la universidad, hace la friolera de 32 años, solo he subido cuatro kilos. Decente”.

Felipe Bianchi | Instagram
Felipe Bianchi | Instagram

Ante la consulta sobre si está en su mejor momento, él se rió y respondió: “Agradezco la gentileza, pero no voy a caer. Soy el mismo gil de siempre. Y más mañoso todavía con los años. Tengo más certezas y manejos profesionales que antes y eso da confianza, claro. Pero como dice mi mujer: “Vivan con él, poh”.