Fue a mediados de julio que Óscar Garcés, quien se hizo conocido por su participación en el primer reality de Chile, Protagonistas de la Fama, compartió una íntima reflexión en su cuenta de Instagram sobre cómo ha vivido los últimos años con depresión y también con síndrome de asperger.

El actor fue diagnosticado con el trastorno, sin embargo, aseguró en ese entonces que “lo llevo bien”.

En Página 7 conversamos con Marcela Varas, directora de la carrera de Terapia Ocupacional de la Universidad de las Américas, quien explicó en qué consiste.

“El síndrome de Asperger (SA) es un trastorno del desarrollo dentro del espectro autista. Generalmente, se considera de alto funcionamiento (coeficiente intelectual superior a la norma). Esto se manifiesta con un conjunto de características declaradas en las interacciones sociales, la comunicación verbal y no verbal, la tolerancia a los cambios y la flexibilidad mental”, partió señalando.


En ese sentido, explicó que en la actualidad, “apoyado por diferencias clínicas, neuropsicológicas y evolutivas, lo ha mantenido clínicamente separado del autismo. Incluso, en la edición actualizada del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM 5, 2020), no aparece como tal, ya que la persona autista muestra dificultades de gravedad variable en la interacción social y en la comunicación”.

Según detalla, el asperger no requiere como condición el retraso en el desarrollo del lenguaje, ni una perturbación clínicamente significativa en su adquisición, porque en muchos casos no se observa retardo. Por ejemplo, en la edad en que aparecen las primeras palabras y frases, “aunque puede haber particularidades cualitativas que llamen la atención, así como una preservación generalizada de la inteligencia, entre otras cosas”.

“Esta diferencia, sin embargo, no queda del todo clara. Esto, ya que muchos niños diagnosticados de trastorno autista posteriormente son diagnosticados con síndrome de asperger o viceversa”, agregó.

Diagnóstico de síndrome de asperger

El diagnóstico es multidisciplinar, por lo general, la primera evaluación la realiza un neurólogo o psiquiatra, quien deriva a los profesionales especialistas, “quienes suelen aplicar baterías estandarizadas como el test ADOS-2 en niños (psicólogo, terapeuta ocupacional, fonoaudiólogo)”, señaló Varas.

De este modo, se hace una evaluación integral de la persona en aspectos tales como el déficit comunicacional, la flexibilidad mental y otros.

Es bastante común que hoy aparezcan personas adultas con diagnóstico primario de Asperger, esto puede responder, explicó, debido “al desconocimiento social respecto a la materia. Por lo general, estas personas fueron niños que presentaron dificultad en etapas escolares. Como la interacción y participación social, aprendizaje y comportamiento en general, pero que a pesar de aquello tuvieron un progreso escolar, no exento de dificultades”.

Hoy, al ser evaluados y diagnosticados por profesionales competentes, comprenden el origen de los conflictos que presentaron. “Por lo general, además, estos problemas se asocian a alteraciones en la modulación y respuesta a estímulos sensoriales que les presenta el entorno social y que, históricamente, se atribuían a una mala crianza, mañas, carácter difícil, etc”, agregó.

Es importante mencionar, recalca la experta, que existen variedad de posibilidades frente al diagnóstico, pues hay quienes sienten alivio al encontrar respuesta a la causa de sus conductas, “otros que prefieren no ser etiquetados con un diagnóstico y otros que pasan por una etapa de duelo antes de decidir iniciar un tratamiento que contribuya a mejorar su desempeño social”.

Síntomas en adultos del síndrome de asperger

Por lo general, un número importante de adultos con el trastorno han sabido sobrevivir socialmente, sin embargo, los han hecho personas adultas que continúan teniendo dificultades sociales, “con características particulares en su lenguaje verbal (habla rígida y robótica) y les cuesta mucho entender las señales del lenguaje no verbal”.

Por otra parte, Varas precisó que “es usual la dificultad en el contacto visual, evitan actividades sociales y tienen intereses restringidos donde por lo general destacan (habilidades matemáticas y de memoria). Los adultos que han sido apoyados y potenciados en estas áreas son quienes han podido desarrollar de alguna manera una vida adulta con roles correspondientes a su ciclo vital como formar familia, encontrar un trabajo, etc”.

Tratamiento del síndrome de asperger en adultos

No existe cura para el síndrome de asperger, sin embargo, sí existe tratamiento. “Este debe ser individualizado y multimodal, recoger un abordaje psicoeducativo dirigido al propio paciente y a la familia, así como intervenciones psicofarmacológicas adecuadas”, indicó.

Dentro de los tratamientos que pueden ayudar a los adultos con asperger a enfrentar los síntomas y las dificultades, está el apoyo profesional especializado en la temática. Esta usa distintas estrategias y metodologías que favorecen el desempeño ocupacional, entre estas encontramos:

La terapia conductual. Ayuda a sobrellevar algunos de los efectos emocionales, como el aislamiento social y la ansiedad, y también pueden ayudar a aprender habilidades sociales.

La terapia de integración sensorial (Terapeuta ocupacional con especialidad). Ayuda a neuromodular las respuestas frente a los estímulos del entorno, por ejemplo: la intolerancia a ciertas texturas, sonidos, comidas, la respuesta exagerada o hiporespuesta, que generalmente se etiqueta como hiperactividad y/o déficit atencional.

– La terapia del lenguaje que mejora la comunicación, tono y expresión verbal y no verbal.

– La terapia ocupacional. Contribuye a reconocer habilidades y fortalezas del individuo, así como acompañar el proceso para que el adulto diagnosticado se desempeñe en un entorno laboral y social satisfactorio.

– La terapia farmacológica, que complementa todo para tratar síntomas individuales como la ansiedad.

Problemas que pueden tener las personas con asperger

Es reciente el abordaje de este síndrome en adultos y existe una diferencia importante entre quienes han sido diagnosticados en la primera infancia y quienes reciben diagnóstico y apoyo en la edad adulta.

Sin embargo, Varas detalló que “es común encontrarnos con dificultades como la relación social, problemas para tener amigos o profundizar en las relaciones y generalmente las amistades escasean”.

En el ámbito laboral, suelen presentarse dificultades en el trabajo en equipo (habilidades blandas), problemas para comprender la emocionalidad de otros y mostrar la empatía por situaciones que los obliguen a relacionarse con otro, así como dificultad para expresar la propia emocionalidad.

Es frecuente la rigidez en la rutina, por lo tanto, la especialista sostiene que “cualquier alteración de esta sin previo aviso puede desestabilizarlos. Autoestima y autoconcepto ambiguos que pueden ir acompañados de sentimientos de superioridad o bien de ideas excesivamente negativas centradas en el desconocimiento de sus capacidades”.

Finalmente, expresó que “todo lo anterior puede desencadenar problemáticas como dificultad para encontrar un trabajo, mantener una relación de pareja o sufrir bullying. También pueden ser discriminados o excluidos por sus particularidades, que escapan a la norma socialmente aceptada en una sociedad rígida y poco inclusiva que muchas veces no reconocemos como tal”.