El mercado del fast fashion tiene grandes representantes alrededor del mundo, como Zara y H&M, marcas insignes de una industria que promete prendas nuevas prácticamente a cada semana. Un modelo que también ha sido sumamente cuestionado.

No obstante, en el último tiempo un competidor que ha arrasado en el mercado, incrementando sus ventas en más de un 250%, y al que la pandemia lo favoreció.

Hablamos del gigante chino Shein, marca que ofrece ropa a precios muy bajos, con una fuerte promoción en redes sociales, y cuyo amplio catálogo les ha hecho superar las ventas online de Zara en el 2020. Asimismo, en 2019 duplicaron las ventas de 2018 y en 2020 facturaron un 250% más que el año anterior.

Al igual que el sistema popularizado por Inditex y Zara, Shein se ajusta a las tendencias de manera impresionantemente rápido, lo que evidentemente ha generado varios cuestionamientos tanto por la contaminación como por el origen de las prendas y las acusaciones de plagio.

Por lo anterior, es importante saber cómo surgió esta marca, fundada por el chino de origen estadounidense Chris Xu, conocido también como Yangtian Xu. Si bien la marca existe desde el 2008 como She Inside, el empresario se sumó en 2012, luego de comprar el dominio Sheinside.com.

Fue el 2015 que cambió el nombre solo a Shein, y empezó con un agresivo plan de conquista del mercado internacional, duera de las fronteras de Guangzhou, ciudad donde estableció sus oficinas centrales.

De acuerdo a un artículo del HuffPost, una de las polémicas que más se repiten con la marca china son las acusaciones de plagio por parte de diseñadores emergentes.

Mariama Diallo, fundadora de la marca Sincerely Ria, compartió en Twitter dos fotografías para dar cuenta del plagio de Shein a una de sus prendas. “Incluso han copiado la estética de la firma“, escribió.

Es cosa de ver los comentarios respecto a estas acusaciones, para consignar muchísimos reclamos indicando que es una práctica habitual de Shein y otras marcas como AliExpress.

Los perjuicios del ‘fast fashion’ en el mundo

Tal como otras marcas, el modelo de Shein es poco amigable con el medio ambiente ya que, básicamente, consiste en vender, usar y tirar.

Tal como otras marcas chinas, Shein no aporta suficiente información sobre su estrategia de sostenibilidad para reducir este impacto.

De hecho, en el apartado de Responsabilidad Social de su memoria anual, solo rechazan las acusaciones de explotación infantil y niegan trabajar con proveedores que exploten a niños, aun cuando sea legal en aquellos países.

Claro que tampoco transparentan dónde fabrican sus prendas y/o las condiciones en que están los trabajadores. Si a eso sumamos que tampoco existe mucha información en línea sobre su fundador, algún número de teléfono o una dirección.

Además, expertos aseguran que los textiles usados son de baja calidad, a base de aceite virgen, y donde predomina el oliéster, nailon y otras telas sintéticas, muy dañinas para el medio ambiente.

En 2019, Fashion Revolution publicó la siguiente declaración: “Los precios económicos nos hacen creer que suponen un ahorro para los consumidores. Esto puede parecer cierto a corto plazo, con un enfoque limitado y mirando solo el dinero en nuestras billeteras, pero todos nosotros, como ciudadanos globales, terminaremos pagando el costo externo, el verdadero costo del consumo y la producción insostenibles ce ropa barata “.

“Por eso, cuando las prendas tienen un precio tan barato como los artículos de un solo uso, implica que nuestra ropa es desechable. Y si compramos ese mensaje, estamos comprando un lado de la moda muy feo”, afirmaron.

Cabe recordar que el origen de la ropa para localizar sus fábricas, es una transparencia que se reclama hace años a estas grandes marcas, considerando la tragedia de Rana Plaza, en Bangladesh, donde decenas de personas murieron en una fábrica que producía ropa para reconocidas marcas como Mango o Primark, entre otras.