Cuando se habla sobre alimentación y problemas que pueden surgir como consecuencia de malos hábitos, un concepto que se ha instalado es el del llamado “hambre emocional”.

Evelyn Sánchez, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de Universidad de Las Américas, explicó a Página 7 que este no es trastorno, sino que más bien “un tipo de alimentación desordenada”.

Este tipo de alimentación, detalló la profesional, “tiene un trasfondo psicológico, en el cual se busca satisfacer las necesidades emocionales a través de la comida”.

Ornella Allegro, nutricionista de Clínica Ciudad del Mar, también conversó con este medio sobre la temática.

La especialista indicó que en el hambre emocional son precisamente las emociones las que “cumplen el rol de elegir el tipo, calidad y cantidad del alimento que se ingiere, dejando de lado nuestras necesidades fisiológicas del organismo”.

“Las emociones negativas como la frustración, apatía o ira aumentarían la ingesta de alimentos”, señaló Allegro, destacando que este último sentimiento se vincula mucho con comer por “atracón”, es decir, ingesta de comida en exceso.

Hambre emocional vs. hambre real

Sánchez explicó que la principal diferencia entre el hambre emocional y el real es que este último se genera por una necesidad fisiológica y suele presentarse después de cuatro horas desde la última ingesta de alimentos.

Sin embargo, el hambre emocional no aparece por necesidad, sino como un deseo de comer algo en específico —generalmente alimentos calóricos y con alto contenido de azúcares— y en cualquier horario.

Pexels (CC)
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8 ejemplos de hambre emocional

Como ya es conocido, una mala alimentación puede ser muy perjudicial para la salud, estando vinculada a enfermedades coronarias, diabetes, hipertensión e incluso cáncer.

En esta línea, ambas nutricionistas entregaron diversos ejemplos que te ayudarán a identificar si lo que sientes es una necesidad fisiológica o hambre emocional.

• Comer de manera muy repentina frente a una situación compleja
• Comer para aliviar el estrés asociado a un conflicto
• Necesidad de ingerir un alimento específico como antojo: “Quiero comer x comida”
• Comer de forma rápida y descontrolada, ya que no puede esperar
• Comer como recompensa ante una situación
• No sentir saciedad después de comer
• No recordar la alimentación del día anterior
• Sentimiento de culpa o arrepentimiento después de consumir estos alimentos específicos

¿Cómo evitar o controlar el hambre emocional?

Para Ornella Allegro, planificar nuestra alimentación es fundamental, “considerando colaciones y las comidas principales”; así como también procurar comer de forma consciente, “sin distractores y ojalá sentado en la mesa”.

Evelyn Sánchez coincide con Allegro, indicando que también recomienda establecer horarios de alimentación, sumando colaciones en base a “lácteos, bebidas vegetales, frutos secos, semilla y frutas”, las cuales aportan fibras, antioxidantes, proteínas que ayudan con la saciedad.

Por último, ambas nutricionistas aconsejaron practicar algún deporte o dedicarle tiempo a algún hobby. Esto, con el fin de reducir los niveles de ansiedad y estrés, los cuales pueden derivar al hambre emocional.