Los pescados y mariscos, alimentos típicos de Semana Santa, son reconocidos como una fuente primaria de ácidos grasos poliinsaturados omega 3 muy beneficiosos para la salud cardiovascular.

Lo anterior, unido a otras características nutricionales como la cantidad y calidad de sus proteínas, sumado a que son una adecuada fuente de vitaminas y minerales, los convierten en productos altamente recomendados por médicos y nutricionistas.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO) recomienda consumir un promedio de 20 kilos per cápita al año de productos del mar. En nuestro país, a pesar de contar con una extensa costa de más de 4.000 kilómetros con un ecosistema marino único, el consumo de pescados y mariscos per cápita es de 13 kilos por año, y un 30% de ese consumo se realiza en semana santa.

“Un porcentaje relevante de ese consumo proviene de la pesca artesanal (pescadores, mariscadores y recolectores), que extraen el producto en condiciones de manipulación de alimentos poco controlada. Además, es importante destacar que la estructura muscular de los pescados es menos resistente que la de la carne, lo que hace que la vida útil de este alimento sea muy corta”, explica Luis Olguín, académico de Universidad de Las Américas y experto en inocuidad y calidad alimentaria.

Asimismo, el profesional señala que “los mariscos también son productos muy perecibles, debido a su alta actividad de agua, cantidad y calidad de sus nutrientes y una contaminación microbiológica de origen”.

Datos oficiales indican que, en nuestro país, los pescados y productos de la pesca están entre los primeros alimentos causantes de enfermedades de transmisión alimentaria (Etas).

Bajo este escenario —y existiendo consenso en la calidad nutritiva y saludable de los productos del mar, pero a la vez datos concretos de su contaminación microbiológica de origen y por tanto su corta vida útil— es que el académico de UDLA entrega las siguientes recomendaciones para un consumo seguro de estos productos.

Recomendaciones

• Comprar solo en lugares autorizados (comercio formal).

• En el caso de los pescados verificar signos de frescura, tales como, escamas brillantes y firmes, branquias rojo sanguíneo y brillantes, ojos salientes y brillantes, nunca hundidos o secos, carne firme y sin mal olor.

• Para el caso de los mariscos bivalvos, se deben encontrar con sus valvas bien cerradas y en el caso de estar entreabiertas, deben cerrarse al tocarlas, también tener líquido claro y abundante en su interior, sin mal olor.

• Mantención de la cadena de frío (verificar que existe en el comercio, una vez comprado el producto realizar el pronto traslado al hogar y refrigerar, a menor de 5° C, hasta el momento de la preparación).

Lavado de manos antes y después de manipular los alimentos.

Lavar bien los utensilios usados.

• Mantener separados los alimentos crudos de los cocidos.

Consumir estos productos cocidos, lo que se logra exclusivamente con temperaturas de seguridad en el proceso de cocción de a lo menos de 60º C.

• Recordar que el jugo de limón no provoca la cocción de los alimentos.