Originario del continente americano y de muchos tipos, el tomate no solo enriquece y da versatilidad a nuestras recetas, sino que también aporta muchos beneficios para la salud.

Lo podemos consumir crudo, al vapor, en ensaladas, como salsa, puré, jugo o enlatado. Y es que las formas en que se puede encontrar son múltiples.

Pero… ¿estamos hablamos de una fruta o verdura? Daniela Gómez, académica disciplinar del Centro de Atención Nutricional de la Escuela de Nutrición y Dietética de Universidad de Las Américas (UDLA), despejó la duda.

“Es una planta perenne cultivada anualmente en todo nuestro país. En términos estrictos de botánica (ciencia que estudia los vegetales), el tomate es una fruta. Si recurrimos al diccionario de la Real Academia Española (RAE), es definido como el ‘fruto de la tomatera’”, aclaró la especialista.

“Sin embargo, en distintas publicaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), es considerado una fruta, aunque también lo incluye entre las hortalizas o verduras”, agregó.

Por lo que el concepto va a depender de la institución que lo clasifique y para qué fin sea destinado.

Propiedades y beneficios

La profesional detalla que el tomate maduro contiene carbohidratos, potasio, fósforo, magnesio, vitaminas B1, B2, B5, C y carotenoides, siendo el más abundante el licopeno.

“Actúa previniendo enfermedades crónicas no transmisibles a través de su acción antiplaquetaria, antioxidante, además de actuar ante la prevención de desarrollo de cáncer”, indicó a Página 7.

Pexels (cc)
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La nutricionista destacó que “aporta en promedio 18 calorías en 100 gramos. Es bajo en grasas y sodio, y al ser de origen vegetal no aporta colesterol”.

También mejora la digestión “gracias al aporte de fibra dietética, que contiene 1,2 por 100 gramos”.

Consumo

Gómez comentó que el tomate se puede consumir crudo, cuidando las medidas de higiene y manipulación de alimentos, como lavar y sanitizar antes de comerlo.

No hay problemas en comer tomates en su estado más blando o con alguna imperfección en su cáscara, ya que esta se puede remover.

Eso sí, enfatizó en que lo mejor es consumirlo con cáscara “ya que el mayor porcentaje de licopeno se encuentra ahí”.

La especialista recalcó que siempre las frutas y verduras en su estado natural aportarán mayor cantidad de vitaminas y minerales, potenciando sus beneficios en nuestro organismo.

“En caso que no se pueda consumir crudo, se puede optar en preparaciones como al vapor para conservar sus propiedades”, aconsejó.

Elección y conservación

Gómez aconsejó que antes de elegir los tomates, debemos definir para qué tipo de preparación lo utilizaremos y así evitar pérdidas de alimentos.

“Para ensaladas frías privilegiamos tomates frescos y en preparaciones calientes podemos incluir tomates más maduros o que presenten cambios en sus características organolépticas, como color, olor o textura”, recomendó.

En cuanto a su conservación, dijo que se puede hacer a temperatura ambiente, entre 10° y 14° C, ojalá alejado de aquellas verduras y frutas climatéricas que pueden acelerar el proceso de maduración, es decir, plátanos, manzanas, peras, paltas o kiwis.

“También se pueden almacenar en el refrigerador aquellos tomates muy maduros que pueden deteriorarse más rápidamente”, sostuvo.