Durante los últimos años varias mujeres han optado por cambiar las tradicionales toallas higiénicas y tampones por otros dispositivos más ecológicos, como la copa menstrual.

En este contexto, otro producto que se está popularizando como una opción alternativa es la esponja marina, comercializada como “esponja menstrual”.

Según detalló la bióloga Constanza Millán a Página 7, las esponjas son animales acuáticos sésiles —es decir, que no se mueven— principalmente marinos, que componen el filo llamado Porifera.

“Su forma de obtener nutrientes es a través de la filtración del agua, que fluye a través de poros y canales gracias a que las esponjas tienen unas células flageladas, los coanocitos, que provocan corrientes y hacen fluir el agua por su estructura. Por esta razón es que las esponjas son excelentes filtradores, llegando algunas especies a filtrar más de 20 litros de agua al día”, explicó.

Millán detalló que aunque parecen animales simples, las esponjas toleran muy bien la contaminación, por ejemplo, de metales pesados o hidrocarburos, y los acumulan en su estructura sin daño aparente.

“Pocos animales se alimentan de esponjas porque contienen algunas toxinas y porque su esqueleto está formado por espículas silíceas microscópicas”, agregó.


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Debate por su uso

Teniendo en cuenta que las toallas higiénicas y los tampones contaminan mucho el medioambiente, las esponjas podrían resultar un buen método alternativo para usar durante la menstruación. Pero, ¿es seguro su uso?

Beatriz Arteaga, enfermera matrona y directora de la escuela Técnico de Nivel Superior en Enfermería de Universidad de Las Américas (UDLA), indicó a este portal que “su utilización en Chile aún no es masiva, por lo tanto tenemos poca evidencia científica que avala la seguridad en el uso de ella”.

Sin embargo, la profesional señaló que hay reportes científicos, principalmente de Europa y Estados Unidos, que demuestran su seguridad, como también sus características y ventajas.

“Se ha descrito que son hipoalergénicas, que no causan alergias. Tampoco se ha asociado el uso de las esponjas marinas con infecciones por estreptococos, microorganismo muy temido y causante de enfermedades vaginales, endometriales y uterinas graves”, agregó.

En esta línea, Arteaga acotó que otra de sus características es que pueden ser bastante cómodas, incluso se pueden recortar para que se adapten de mejor forma al cuerpo de cada mujer.

En cuanto a su aspecto ecológico Susana Mayer, directora de la carrera de Ingeniería en Prevención de Riesgos y Medio Ambiente de la UDLA, señaló que las esponjas marinas pueden ser una buena opción para ayudar a reducir la producción de desechos.

“Nos encontramos en tiempos donde el uso de productos ecológicos y sostenibles es fundamental para el cuidado del planeta. Además, ayudaría a disminuir radicalmente el uso de material plástico en la fabricación de toallas femeninas y en su embalaje”, acotó.

Y es que, según explica Mayer, las esponjas al ser un residuo orgánico las hace un producto ecosostenible y biodegradable. De hecho, cuando ya cumplen su vida útil —aproximadamente 6 meses— se pueden fraccionar en trozos pequeños y enterrarlas bajo tierra.


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Ahora bien, Beatriz Arteaga aseguró que la recomendación más importantes es que antes de ocupar cualquier tipo de dispositivo diferente a los convencionales, primero se debe consultar a un ginecólogo o matrona.

En este punto advirtió de un problema. “Existen esponjas marinas que las han sometido a un proceso de blanqueamiento. Este proceso químico podría afectar el pH de la vagina y provocar microorganismos, principalmente hongos”, detalló.

Constanza Millán, en tanto, explicó que las esponjas contienen arena y gravilla. Por lo mismo, señaló que es muy importante poner atención en la limpieza antes de usarlas y también en su higienización para mantenerlas útiles.

“Si se les da un mal uso o se descuida su preservación, dentro de estas pueden cultivarse hongos y bacterias propias de la vagina, pero que al volver a introducirlas van a provocar un desbalance de la flora vaginal. Su descuido podría propiciar, por ejemplo, el crecimiento de la bacteria Staphilococcus aureus, cuyo desbalance se asocia al síndrome del shock tóxico o, peor aún, propiciar el crecimiento de Streptococcus pyogenes, patología más grave”, advirtió.

Por último, la bióloga comentó que no recomendaría la esponja marina por todos los riesgos asociados a su uso durante el periodo menstrual, agregando que si se busca una alternativa ecológica, económica y sustentable, es preferible la copa menstrual.

“El único ‘contra’ que poseen las copitas es que están hechas de silicona o látex, pero tienen una durabilidad de 10 años, versus usar dos esponjas al año (…) Son más fáciles de limpiar y el riesgo de que les crezcan hongos o bacterias es mucho menor”, concluyó.

¿Qué dice el Instituto de Salud Pública?

Consultado por las esponjas marinas, el Instituto de Salud Pública, a través del OIRS, señaló que sus funcionarios se encuentran investigando sobre su impacto en la salud y que actualmente países como Grecia, Argentina, Suiza, España y Alemania la están comercializando.

Sobre este último punto, el ISP informó que las esponjas corresponden a “un dispositivo médico, que actualmente no está sometido a exigencia de verificación de la conformidad ni registro sanitario en nuestro país”.

“La calidad, seguridad y desempeño de estos productos es de responsabilidad de las empresas que los fabrican, importan, distribuyen y comercializan en Chile”, explicaron.

Por último, pese a lo anterior, el instituto indicó que las empresas que comercializan este producto deben “tramitar el Certificado de Destinación Aduanera (CDA) previo a su importación y comercialización en el territorio nacional, declarando la información que se le solicita”.