Para la psicología, el denominado “perfeccionismo”, consiste en la creencia de que se puede y se debe alcanzar la perfección. En algunos casos, el miedo a cometer errores, podría causar ansiedad en la persona.

En el caso de los niños, puede identificarse mediante determinados rasgos de rigidez. “Las cosas tienen que hacerse como ellos quieren y se frustran mucho si se llevan a cabo de otra forma”, explica el psicólogo infantil Abel Domínguez, al diario electrónico La Vanguardia.

“Por ejemplo, los niños perfeccionistas ponen mucha atención al pintar, borrando muchas veces. Necesitan más tiempo para realizar cualquier tarea, algo que a otro niño sin tal nivel de exigencia le costaría la mitad”, plantea el especialista.

Los menores pueden manifestar las consecuencias del perfeccionismo a través de rabietas y frustraciones que terminan estresándolo. Asimismo, la autocrítica podría conducir a una baja autoestima a largo plazo.

De igual manera, eso provoca un desgaste emocional y social en los niños, generando un impacto significativo en su bienestar y las relaciones que establecen con sus familiares y compañeros.

¿Qué hacer al respecto?

Evitar fomentar el perfeccionismo en el niño, no significa educarlo en la mediocridad. “Permítales aceptar el fracaso y aprender que es posible ser imperfecto y aún así tener una buena vida”, complementa la psicóloga sanitaria Silvia Álava al diario electrónico.

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También debes considerar que los niños aprenden de lo que ven, e internalizan la presión de ser “perfectos” por parte de sus padres y la sociedad.

“Si tú (padre) cometes un error, es mejor que digas: ‘Realmente me equivoqué’. Si podemos reírnos de nuestras propias imperfecciones y demostrar que estamos bien con nosotros mismos, los niños se darán cuenta de eso”, aconseja Simon Sherry, psicólogo clínico y profesor asociado en el departamento de psicología y neurociencia de la Universidad de Dalhousie en Halifax, advirtió a la revista Todays Parent.

Para estar alerta

Los especialistas señal que es fundamental estar alerta a algunos síntomas, como por ejemplo, cuando los niños presentan dolores de cabeza, malestar estomacal, problemas para dormir, rabietas o dificultades en la escuela.

“Si el perfeccionismo realmente está interfiriendo con su felicidad y desarrollo, es hora de buscar la ayuda de un profesional”, advierte Michele Kambolis, terapeuta infantil y familiar en Vancouver, a la revista de padres.

Es recomendable iniciar con visitas a su pediatra, y estar atento a cómo duerme, se alimenta y sobre todo en las relaciones que establece con sus compañeros.