De seguro más de alguna vez te ha parpadeado el ojo de manera involuntaria o te has mordido los labios por una situación fuera de tu control. Es que los tics nerviosos pueden provocar movimientos involuntarios que van desde ser perceptibles a extremadamente molestos.

Y para saber más sobre ellos, Página 7 conversó con el director de la Carrera de Psicología de la UDLA en Viña del Mar, Iván Echeverría.

“Un tic nervioso es una conducta corta, que está fuera del control consciente de la persona que lo sufre. Generalmente se traduce en movimientos, conductas repetitivas, estereotipadas, espasmos musculares de corta duración pero de harta frecuencia en ocurrencia”, explicó Echeverría.

Estos pueden ser de todo tipo, como musculares, vocales o, en casos extremos, a nivel conductual. Se generan como “una respuesta frente a situaciones de estrés, ansiedad y de tensión” y, por lo general, vienen desde la niñez.

“Por ejemplo, frente a la situación de la pandemia, las cuarentenas y todos los cambios en la vida habitual de las personas, la ruptura de lo cotidiano genera procesos de ansiedad. El estar encerrado en una casa durante mucho tiempo, grupos familiares grandes, la multiplicidad de roles, los niños que han perdido su rutina. Pueden expresar entonces algún tipo de estas conductas involuntarias denominadas tics”, dijo el psicólogo.

¿Existe uno más común que otros?

Para Echeverría, las formas de los tics nerviosos son distintas y no tiene una “ocurrencia estándar”. Lo que sí, los más usuales son de “naturaleza motora simple“.

“La cantidad y las formas de tic son variopintas, es decir, hay varias formas de presentar estas conductas, pero yo diría que lo más frecuente es encontrar el pestañeo permanente, palpitación del párpado inferior o superior del ojo, muecas faciales. Otros corresponden a la esfera de lo vocal, carraspeo de garganta, chasquido con la lengua, sonidos nasales que simulan un esnifado”, señaló el especialista.

Parpadeo,
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En tanto, existen otros más complejos que derivan por razones conductuales, los que pueden provocar gestualidades inapropiadas y obscenas, como la coprolalia, que es “utilizar palabras feas o vulgares, propio del síndrome de Tourette”.

Por otro lado, está el comerse las uñas -conocido como onicofagia pero hay algunos expertos que no lo señalan como un tic propiamente tal, pues se trataría de un hábito compulsivo, que trae consecuencias a nivel físico.

“Puede ser de tal magnitud que hay una destrucción total del tejido queratinoso de la uña, puede haber infecciones en los dedos, que hace también que los sujetos tengan consecuencias psicológicas, se sientan avergonzadas a nivel social, lo que potencia más mordisquearse las uñas”, indicó Echeverría.

¿Dicen algo de nuestra personalidad?

Si bien se pueden presentar en cualquier persona, la posibilidad que lo hagan en personas con niveles altos de ansiedad o más nerviosas frente al estrés ambiental, será mayor.

Sin embargo, explicó Echeverría, esto no quiere decir que todas las personas nerviosas y ansiosas sufran de algún movimiento involuntario.

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Por sí solo, el tic nervioso no puede ser un elemento que nos lleve a diagnosticar alguna estructura de personalidad, un trastorno o patología por sí misma, porque está presente como un elemento dentro de un montón de cuadros, incluso en personas que pueden tener estar reacción involuntaria frente a un estresor como es la situación de la pandemia/cuarentena”, agregó.

¿Qué hacer para evitarlos?

De acuerdo al profesional, lo primero es no asustarse y saber qué lo originó. “La vivencia indica que la mayor parte de los tics simples son transitorios, tienden a remitir por sí solos y tienen un impacto leve en las personas mientras están ocurriendo”, explicó.

En caso de que se trate de algo crónico o el tic simple persista en el tiempo y cause más ansiedad en la persona -se puede sentir avergonzada por tener un tic, aumentando así su ansiedad y la permanencia del tic-, Echeverría aconseja asistir a un neurólogo, quien con un equipo multidisciplinario con psicólogos, “pueden ayudar desde lo farmacológico y desde lo psicoterapéutico al tratamiento”.