Es una realidad que alimentarse debe ser una cuestión consciente y no simplemente una práctica que llevamos a cabo para sobrevivir. En este contexto, existen una serie de alimentos que al consumirlos de forma habitual en la dieta, otorgan ciertos beneficios en la salud.

Es por eso que cuando hablamos de alimentación sana, esto no sólo se refiere a evitar aquellos productos que se relacionan con el desarrollo de diversas enfermedades como la obesidad, la diabetes y el cáncer, entre otros; sino que también a incluir de forma habitual en nuestra dieta aquellos alimentos ricos en propiedades y nutrientes, es decir, alimentos funcionales.

Pero ¿que son los alimentos funcionales? Dentro de éstos se encuentran todos aquellos que contengan algún nutriente con un efecto beneficioso para la salud, ya sea de forma natural o elaborada por la industria, junto a productos que entregan propiedades que aportan a un mejor desarrollo en la salud de las personas, según explica la nutricionista de Daily Foods, María Fernanda Jara.

“El consumo de alimentos funcionales es complementario a llevar una dieta equilibrada, son productos que se pueden incorporar a la alimentación normal cuando se busca algún beneficio para salud, como por ejemplo, reducir los niveles de colesterol”, asegura la experta.

Los alimentos funcionales son de fácil acceso y pueden ser consumidos por toda la población dependiendo de cada necesidad. Las embarazadas, por ejemplo, necesitan alimentos fortificados en hierro, productos con calcio y vitamina E, para problemas como la osteopenia y osteoporosis; y alimentos ricos en fibra para personas con riesgo cardiovascular elevado, entre otros.

“Los probióticos tienen propiedades funcionales ya que ayudan a mejorar el equilibrio de nuestra flora intestinal, esto impacta principalmente en el fortalecimiento de nuestro sistema inmune, ayuda a reducir los niveles de colesterol y previene el cáncer de colon”, agrega la especialista.

De acuerdo a la fundación española Vivo Sano, algunos ejemplos de alimentos funcionales son:

Probióticos: contienen bacterias vivas que tienen efectos en el intestino y que ayudan a la rehidratación (sobre todo en niños y ancianos), proporcionan antibióticos naturales y se supone, aunque no está confirmado, que ayuda a mejorar la respuesta inmune del organismo.

Prebióticos: favorecen el desarrollo de bacterias beneficiosas presentes naturalmente en nuestro intestino. Los prebióticos pueden producir ácidos grasos de cadena corta en el intestino, los que ayudan al funcionamiento del sistema digestivo y a la prevención de enfermedades.

Fibra dietética: la fibra está naturalmente presente en vegetales, legumbres, frutas y cereales. Su consumo se asocia a varios efectos positivos para nuestra salud, pues está comprobado que favorece el tránsito intestinal, y también reduciría el riesgo de desarrollar enfermedades coronarias, baja el colesterol en la sangre y tiene un efecto protector frente al cáncer.

Ácidos grasos omega 3: presentes en aceites de pescado y son varios estudios los que se han ocupado de analizar su poder en la prevención de enfermedades cardiovasculares y el cáncer.

En la misma línea, la nutricionista entrega algunos ejemplos de los que serían alimentos naturales bastante poderosos.

– Tomate → licopeno (antioxidante)

– Pescados → omega-3 (reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares)

– Brócoli → sulforatano (propiedades antimicrobianas y anticarcinogénicas)

– Zanahoria → carotenoides (neutralizan radicales libres)

– Té → polifenoles y catequinas (antioxidantes)

Recuerda que para complementar estas recomendaciones, se aconseja llevar un estilo de vida activo acompañado con deporte y actividad física.