El documental de Michael Jackson sobre sus supuestos abusos y violación contra menores, Leaving Neverland, no ha dejado indiferente a nadie.

Los testimonios de Wade Robson (36) y James Safechuck (40) han impactado al mundo debido a los crudos detalles de los episodios de vulneración que habrían vivido a manos del ‘Rey del pop’, cuando apenas tenían 7 y 10 años respectivamente.

Tanto la versión de Robson como la de Safechuck sobre la conducta de Jackson coincide: los conoce, se comienza a comunicar con sus padres, les hace regalos a toda la familia, los invita a entretenidas actividades y tras un tiempo, cuando genera la confianza suficiente, inician los abusos, los que en su mayoría se habrían concretado en su famosa mansión en el rancho llamado “Neverland”.

En el documental, las madres de Wade y James indicaron que jamás notaron una conducta extraña de sus niños y que Michael era como otro hijo más, acotando que las ‘pijamadas’ comenzaron a surgir cuando ya había una confianza total entre él y la familia.

Leaving Neverland | HBO
Leaving Neverland | HBO

Sobre este tema, Página 7 conversó con Guillermina Guzmán, psicóloga y académica de la Universidad Diego Portales, para conocer las señales que pueden presentarse en los menores que son víctimas de abuso.

Una de las conductas más visibles en este tipo de casos son los cambios de temperamento“Por ejemplo, de estar muy ‘apagados’ y pensantes, a pasar a una exaltación que se apodera de ellos. Esos cambios muy bruscos algo están acusando”, explicó la profesional, agregando que la irritabilidad también es una señal que hay que tener en cuenta.

La psicóloga indicó que un menor que está siendo vulnerado también puede tener alteraciones biológicas, como problemas con el ciclo del sueño, complicaciones con el control de las deposiciones y la orina y cambios alimenticios.

“Se ponen inapetentes o rechazan algunas comidas. Internamente esto también tiene que ver con una forma de castigarse. Cuando comienzan a sentir culpa por algo que está pasando y que creen que no está bien. Es el subconsciente el que gatilla este tipo de comportamientos”, señaló la especialista.

AFP
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Con los más pequeños, Guillermina indica que una buena idea es que los padres pongan atención en cómo sus hijos manipulan los juguetes y qué zonas tocan con más frecuencia, sobre todo si estos tienen figuras femeninas y masculinas, puesto que pueden ir desarrollando fijaciones debido a las agresiones.

En el caso de la adolescencia, algunas señales de abuso se pueden ver reflejadas en el descontrolado consumo de alcohol, irse mucho de fiesta o hasta la fuga del hogar, todo con el objetivo de suprimir lo que están sufriendo.

“Nos cuesta mucho procesar y aceptar las etapas de frustración, de daño, de duelo. Estos son procesos largos y hay gente que hace la evitación y la negación. Actúan como si nada está pasando y luego, en la etapa adulta o madura, vienen todas las repercusiones“, acotó Guzmán.

Respecto a las conductas del agresor, la psicóloga aseguró que, al igual como se ve en Leaving Neverland, este siempre intentará generar la confianza con la familia y luego con su víctima.

“Gana terreno para lograr sus expectativas. Eso es una conducta humana muy repetitiva dentro del perfil de los abusadores. Además, si tiene más recursos económicos, les ofrece bienestar, regalos y así se va ganando el beneplácito de los adultos hasta llegar al menor”, afirmó.

Por último, el mensaje de Guillermina a los padres es que tengan una “presencia presente” con sus hijos, sin importar la edad que tengan. “El abusador siempre va a intentar seducirlos con cosas materiales —o lo que sea— para poder tener acceso a ellos. Ahí tienen que estar muy atentos los padres y conocer quién es su hijo, compartir más tiempo juntos, conversar muchísimo, porque a través del diálogo van saliendo expresiones que llaman la atención. Hay que estar consciente y atento del lenguaje verbal y no verbal”, concluyó.