Conforme avanza el tiempo y la tecnología, los niños son cada vez más indescifrables por los adultos, principalmente porque sus intereses ya no son los de antes y la forma de enfrentarse al mundo también es distinta.

No es resorte de esta nota el filosofar sobre cómo la sociedad está más individualista, ni el porqué hoy los hijos pasan más tiempo frente a una pantalla que jugando con los amigos.

Lo que sí nos convoca es una solución simple pero efectiva que tuvo una profesora de educación primaria en Estados Unidos para conocer el sentir de sus alumnos.

La pedagoga Julia Brown detectó que sus alumnos eran muy extrovertidos para jugar, pero totalmente callados y tímidos cuando les correspondía expresarse en forma seria.

Es por eso que no halló nada mejor que forrar una caja de zapatos, hacerle una ranura tipo alcancía, y poner afuera papeles y lápices para que los niños pudieran escribir aquello que necesitaban, pero con la seguridad de no hacerlo en voz alta, eliminando así la barrera de la vergüenza.

Julia Brown Pinterest
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En el sitio Love What Matters, la profesora de Texas explicó:“La primera semana, dos niños me hablaron de una situación de acoso escolar. Nos hicimos cargo del problema. Desde entonces, he recibido un montón de ‘necesidades’. Pueden ser específicas, de materiales, cambios de puesto, saludos especiales al entrar a clase, ayuda extraescolar, situaciones de acoso escolar e incluso abrazos diarios”.

Julia Brown Pinterest
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“Necesito un abrazo porque estoy triste”.

Sobre su motivación, la maestra hizo hincapié: “Solo quiero que mis alumnos sepan que estoy ahí para ayudar en todo lo que necesiten. Lo mejor de todo es que están empezando a acudir directamente a mí con sus problemas sin pasar por la caja”.

¿Una idea digna de imitar, no crees?