El martes 3 de noviembre de 1998, un macabro crimen impactó la apacible localidad de Jacksonville, Florida, Estados Unidos, luego que Maddie Clifton, de tan solo 8 años, visitara a su vecino Joshua “Josh” Earl Patrick Phillips, de 14, a quien conocía desde hace mucho tiempo, esto con el objetivo de jugar béisbol.
No obstante, aquel inocente momento se convirtió en una pesadilla, ya que a la pequeña se le perdió el rastro misteriosamente.
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Tras su ausencia, Sheila Clifton, la madre de la víctima, llamó al 911 para alertar la desaparición ante las autoridades.
El macabro hallazgo de Maddie Clifton
La policía, junto a 400 voluntarios, comenzaron los trabajos de búsqueda, los cuales inicialmente no rindieron frutos.
Una semana después, Melisa, la madre de Joshua, ingresó a la habitación de su hijo para limpiarla, sin imaginar que encontraría algo que cambiaría su vida.
En aquel lugar, la mujer se percató que la cama de agua parecía perder líquido debido a que había un pequeño charco, sin embargo, tras mover el colchón, vio el cuerpo sin vida de Maddie.
Luego de ver aquella horrorosa escena, la mujer corrió hasta la casa de sus vecinos para revelar que había hallado a la niña, consignó Infobae.
En la tarde del 10 de noviembre de 1998, Joshua fue arrestado en su colegio, confesando posteriormente el crimen.
Una esclarecedora autopsia
Según relató el citado medio, la autopsia a la niña determinó que tenía numerosos traumatismos al ser golpeada en varias ocasiones con un bate de béisbol, además, fue estrangulada con violencia por un cable de teléfono y apuñalada 7 veces.
Pese a que el adolescente aseguró que todo fue un accidente, afirmando que entró en pánico producto de que Maddie supuestamente empezó a sangrar y llorar tras recibir un pelotazo en el ojo, la justicia tuvo un severo castigo.
El 19 de noviembre de 1998, se decretó que Joshua Phillips fue culpable del asesinato, siendo sentenciado a cadena perpetua, pues no podía ser condenado a muerte porque era menor de edad cuando cometió el macabro homicidio.
Cabe señalar que en 2012, la Corte Suprema reiteró la pena, pese a que en dicha ocasión el imputado aseguró sentir un enorme “sufrimiento” por lo sucedido.
“Creciendo en prisión, he visto muchas cosas oscuras y he estado en sitios muy oscuros (…) muchas veces en este viaje estuve cerca del fin para escapar de todo. Durante estos tiempos estuve envuelto en un torrente de emociones y sentimientos como culpa, desesperación, dolor, desesperanza, miedo y vergüenza”, expresó en dicha instancia.
En ese contexto, la justicia indicó que la sentencia podría ser revisada y modificada este 2023, basándose en “su maduración y rehabilitación”.
