Eliana y Sofía eran íntimas amigas, se conocieron a los 12 años en el colegio en Argentina, estudiaban juntas. Desde ese momento, Eli fue una más de la familia, como una hija.

De inmediato, Eli se dio cuenta de que el matrimonio de los padres de su amiga no era el ideal. “Antes los que no eran felices casados se mantenían juntos igual”, señaló a Infobae.

“Tenía muy claro que entre ellos era así por comentarios de la madre cuando Juan no estaba. Daba a entender que él tenía aventuras afuera, Sofía también lo entendía, las dos lo aceptaban. Esa era su realidad, siempre supe que no era un matrimonio feliz”, agregó.

Ambas crecieron, vivieron juntas su adolescencia, terminaron el colegio y fueron a la universidad. Se iban de vacaciones juntas todos los años, lo que reforzaba aún más el vínculo.

El viaje que cambió todo

Cuando ambas cumplieron 30 años, un viaje de vacaciones lo cambió todo. Sofía le propuso que fueran a la montaña, lo que Eli consideró genial.

Parecía un destino divertido para dos solteras como ellas, sin embargo, se sumaron más personas. “Primero íbamos a ir solas, después se sumaron los padres. Más tarde, la madre dice que no va, pero se agrega a una amiga de Sofi con el novio”, explicó Eli.

Al llegar, Juan, el papá de Sofi, que iba al volante, anunció: “Voy a pasar el día a las montañas, no quiero quedarme en la ciudad. Los que quieran venir conmigo son bienvenidos”. Eli fue, mientras que su amiga decidió quedarse en la residencia con la pareja que los acompañaba.

Aquella fue la oportunidad para conversar. Si bien es cierto se conocían de siempre, nunca habían estado a solas. Ahora ya no se veían como la amiga de la hija y el padre de su amiga.

Por casi un año mantuvieron conversaciones telefónicas, hasta que planificaron un nuevo viaje solo los tres: Juan, Sofi y Eli. Como si estuviera todo preparado, a Sofi la llamaron de urgencia de su trabajo, quedando sola la nueva pareja.

El quiebre definitivo

Ya con 35 años, Eli empezó a exigir más. “Quería formar una familia, tener hijos. Sabía que con Juan no podía. A veces yo insistía para que formalizáramos de alguna manera, pero él se negaba de plano, y entonces cortábamos”, contó.

“Después volvíamos porque lo que sentíamos era muy fuerte, pero estaba a la vista que teníamos proyectos diferentes: yo quería tener una familia y él ya tenía la suya”, señaló sobre la relación, que se extendió por 15 años.

Todo duró hasta que Eliana se cansó. “No había culpas, yo acepté lo que él propuso desde el comienzo. Como toda mujer, pensaba que en algún momento eso iba a cambiar, pero acepté igual”, comentó.

Cuando Juan enviudó, Eliana lo acompañó. Pese a todo lo que había pasado, el cariño por la madre de su amiga seguía. “No me sentí nunca culpable por ella, porque sabía que no había roto nada. Yo tenía una relación con su marido, pero nadie salió lastimado. O al menos nadie que no fuéramos nosotros dos”, aseguró.

Con Sofía se sigue viendo y dice que su amistad está intacta, ya que ella nunca supo nada, mientras que a Juan, con quien tiene 25 años de diferencia, lo evita desde hace un tiempo. “Quedó el recuerdo de un amor prohibido”, lamentó.