Ryan James tenía un trabajo promedio, dedicando gran parte de su día al mundo de las finanzas. Sin embargo, su vida dio un vuelco en 2013, cuando decidió convertirse en escort (acompañante).

Todo ocurrió gracias a una mujer, actualmente una exnovia, quien le presentó este mundo y lo animó a dejar su aletargada forma de ganarse la vida.

“Comencé a salir con una chica que me contó sobre su pasado de escort. Luego de 12 meses juntos, ella optó por regresar a esa vida”, contó el australiano de 34 años en el podcast I’ve Got News For You del periódico de Australia news.com.au.

No me gustaba mucho mi trabajo en esa época. Así que pensé: ‘Sabes qué, voy a intentarlo también’. Esto sucedió en 2013 y desde entonces no he vuelto atrás”, continuó.

Durante estos casi 10 años dedicado a ser un hombre de compañía, ha vivido de todo: desde practicar diversos deportes, vacacionar en destinos paradisíacos, hasta las más insólitas peticiones de sus clientas.

En los últimos dos años visité muchos lugares de Australia. Resorts de lujo, tours y actividades divertidas también. Conocí muchas bodegas, he ido a buscar trufas, practicado ciclismo, buceo, lo que sea”, sostuvo.

De hecho, en su primer trabajo, tuvo que asistir a una desenfrenada fiesta. “Se trató de una de las experiencias más alocadas. Pidieron que me convirtiera en un ‘regalo’ para un cumpleaños sorpresa”, relató entre risas.

Al ser consultado por el perfil de quienes lo contratan, Ryan aseguró que es muy diverso: “La gente suele pensar que son siempre ancianas millonarias. Pero eso es una equivocación”.

Me llaman jóvenes, mujeres grandes vírgenes que quieren debutar. Hay de todo”, aclaró.

Una insólita petición

Si bien el ex oficinista ha recibido incluso llamados de esposos o novios para contratar sus servicios, los cuales a veces solo observan y otras se unen para hacer un trío; hubo una petición a la cual no accedió.

La situación se generó cuando una potencial clienta lo llamó, pidiéndole algo que no dudó en rechazar: un hijo.

Me avisó que quería un bebé. Me solicitó que usara un frasco para depositar esperma y a continuación lo dejara en su buzón de correo. Obviamente, me negué”, dijo.

Sin embargo, se trató de un caso puntual y extremo, pues en sus palabras “cualquier encuentro que llevemos adelante será realmente memorable, dejándote con ganas de volver una y otra vez”.