Dorothea Puente fue una asesina en serie, conocida por matar a al menos a nueve personas en la década de los ochenta en Estados Unidos.

La que parecía ser una inofensiva abuela, administraba una pensión para adultos mayores y enfermos, donde fueron encontrados siete cuerpos enterrados, según consignó la revista electrónica Bustle.

Por seis años (1982 a 1988) se dedicó a engañar a los miembros de las familias de los huéspedes, a los trabajadores sociales que hacían seguimiento y a los efectivos policiales.

El reciente documental de Netflix, Worst Roommate Ever, examina en detalle su historia junto a otros tres terribles casos similares.

Macabro hallazgo

Fue en 1988 cuando los vecinos del lugar empezaron a alertar sobre el olor que afloraba de la pensión. Sin embargo, la mujer siempre lo justificaba con un hedor de las cañerías.

De acuerdo a New York Post, la mañana del 11 de noviembre de aquel año, el detective John Cabrera y otros policías inspeccionaron el lugar.

Mientras que en el interior no encontraron nada, en el exterior se percataron de que la tierra estaba removida, cavaron y encontraron siete de cuerpos.

Las víctimas, por orden de aparición de sus cadáveres, fueron identificadas como: Leon Carpenter, Dorothy Miller, Álvaro Montoya, Benjamin Fink, James Gallop, Vera Faye Martin y Betty Palmer.

Todos eran sus huéspedes, cuyos cheques del seguro social seguían siendo cobrados por Dorothea Puente.

Pese a que la asesina huyó, fue capturada y llevada a juicio tiempo después. La condenaron a cadena perpetua tras ser acusada por nueve homicidios, sin posibilidad de libertad condicional.

La anciana murió en la cárcel en 2011 por causas naturales, a la edad de 82 años.

La macabra historia de la dulce abuela Dorothea Puente.
Captura | Dorothea Puente esposada y a su lado el detective John Cabrera.

‘La casa de la muerte’

La pensión ‘El Samaritano’, lugar donde la mujer cometió los crímenes, era conocida como ‘La casa de la muerte, y está ubicada en la calle F 1426, en Sacramento, California.

Tras la detención, la casa permaneció vacía hasta que fue vendida en una subasta pública en 2010. Según el portal Oxygen, Tom Williams y Barbara Holmes compraron la propiedad, con pleno conocimiento de la terrible historia.

La pareja remodeló la antigua casa y la llenó de detalles que hacen alusión a lo ocurrido, como un maniquí vestido igual a una icónica fotografía de Dorothea, después de que se encontrara el primer cuerpo. “El humor es genial para sanar“, dijo Williams.

Pese a su infame pasado, el inmueble construido en 1890 es considerado un edificio histórico por la legislación californiana, por lo que no puede ser demolido.

De hecho, está abierto al público como uno de los mayores atractivos turísticos de Sacramento.