Una niña que nació con espina bífida, a la que le realizaron una cirugía cuando estaba dentro del útero de la madre, está aprendiendo a caminar.

Michelle Bower de 37 años, de West Lafayette, Indiana, estaba embarazada de 20 semanas cuando una ecografía mostró que su futura hija tenía diversos problemas de salud.

“Nos reunimos con el médico justo después de la exploración y escuchamos las palabras ‘defecto del tubo neural’, ‘cabeza en forma de limón’ y ‘espina bífida’ para describir a nuestra hija por primera vez”, comentó Michelle al Daily Mail.

El canal espinal de un bebé con espina bífida no se cierra completamente cuando se desarrolla, dejando la médula espinal expuesta desde una etapa temprana del embarazo.

Esta condición causa cambios en el cerebro y lesiones graves como traumatismos en los nervios de la mitad inferior del cuerpo.

La situación era grave, por lo que el doctor le aconsejó interrumpir el embarazo, pero Michelle se negó. “Esa no es una opción, yo la amo”, dijo.

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Una operación arriesgada

Le ofrecieron a Michelle y a su esposo Michael un cierre pre y postnatal de la columna vertebral de su futura hija, siendo la primera intervención la más riesgosa. Ellos aceptaron.

La cirugía fetal de más de tres horas se realizó el 27 de abril de 2020 en el hospital de niños St. Louis en Missouri, con más de 35 profesionales médicos en el quirófano.

“Era mi primera vez en el hospital y mi primera cirugía. Saber que mi bebé por nacer iba a ser operada conmigo lo hizo completamente aterrador”, contó Michelle.

Después de la operación, la futura madre tuvo que guardar reposo absoluto hasta que le hicieron una cesárea el 20 de julio de 2020, día que nació su hija Lacey.

Aprendiendo a caminar

Lacey nació rígida, pero movió sus tobillos y dedos inmediatamente. Sin embargo, le costó mucho aprender a alimentarse por sí sola, por lo que tuvo que pasar 18 días en la UCI.

La pequeña fue monitoreada tres veces por semana durante sus primeros tres meses de vida, pero ahora, con un año y siete meses de edad, habla al nivel de un niño de tres años y está aprendiendo a caminar.

“El médico dijo que había muchas posibilidades de que nunca pudiera comer, respirar sin ayuda, hablar, ponerse de pie o caminar”, comentó la madre de Lacey.

La pequeña está parcialmente paralizada de la cintura para abajo. A pesar de ello, aprendió a sentarse, rodar y arrastrarse por el suelo.

“Ella hace más de lo que el médico jamás pensó. (Lacey) se puede parar sola y subir al sofá”, dijo Michelle.

También agregó que “las pequeñas cosas que otros pueden dar por sentado son un sueño para nosotros. Esa es una de las muchas bendiciones que vienen con la vida de alguien con espina bífida”.

“La vida con una persona discapacitada es una vida que vale la pena vivir”, finalizó la madre.